Se fue el Defensor y nos quedó la Defensoría

Por: Ana Paola Martínez de la Ossa
3 semanas atrás

Por: Ana Paola Martínez de la Ossa

Trabajar en la protección y defensa de los derechos humanos es tremenda responsabilidad y, por ende, llevar las riendas de la Defensoría del Pueblo, Institución Nacional de Derechos Humanos, representa un compromiso bastante serio con quienes están en los territorios, donde día a día hay realidades y problemas humanitarios tan distintos y complejos.

Con la Defensoría del Pueblo sucede una particularidad, y es que la mayoría de la gente desconoce o confunde cuál es el papel verdadero de esta institución. Unos piensan que la Defensoría denuncia, otros creen que castiga y otros más que es parte del Gobierno. Y no. Nada de eso. La Defensoría del Pueblo es una de las hijas del Ministerio Público, cuya cabeza es la Procuraduría General de la Nación. La Defensoría es la encargada de velar por la protección de los derechos humanos y para eso su instrumento más valioso es la «Magistratura moral», que son todos esos pronunciamientos que emite el Defensor del Pueblo en aras de llamar la atención de las instituciones públicas y privadas para que vayan y actúen oportunamente ante las vulneraciones de derechos. Esos ‘jalones de oreja’ son permanentes y tienen seguimiento riguroso de esta entidad a través de sus 42 Defensorías Regionales.

Carlos Camargo Assis, un cereteano de 45 años, fue elegido como Defensor del Pueblo en 2020, en plena pandemia. Su periodo terminó el 31 de mayo de 2024 cuando renunció a este cargo para irse como Vicerrector a la Universidad Sergio Arboleda. Además de ser el Defensor de la pandemia, fue el Defensor de las Alertas Tempranas, de la salud, de los derechos de la mujer y de la población con orientación sexual e identidad de género diversas, de la justicia equitativa para todos, de las víctimas del conflicto armado, de los migrantes, de niños y niñas, de comunidades como las de Loma Grande o La Mojana (solo por poner dos ejemplos), de la pedagogía en derechos humanos, de condiciones laborales dignas para quienes trabajan en esta institución, de la creación de las Defensorías Municipales, de recorrerse Colombia sin descanso para poner los ojos de las insituciones del Estado en aquello que se convirtió en paisaje aún cuando la vida pende de un hilo. También hay que decir que pese a los ataques que caían como rocas mientras adelantaba su gestión, Camargo siempre siguió haciendo su tarea diligente y juicioso, sin caer en las típicas provocaciones mediáticas que a diario hay en las redes y medios de este país.

La Defensoría del Pueblo se modernizó en los últimos cuatro años para estar a la altura de las necesidades humanitarias de los colombianos y para fortalecer la prevención oportuna y rápida de las vulneraciones de derechos. Eso antes no pasaba y finalmente pasó.

Para el caso de Córdoba, en los últimos cuatro años, además de que se creó la Regional Sur de Córdoba para tener presencia permanente en esta compleja zona en materia de derechos humanos, se creó una nueva y moderna sede de la Regional Córdoba en Montería, en reemplazo de la que estaba, que ya se había quedado pequeña ante las demandas de las comunidades en territorio. Y así mismo, se establecieron Casas de los Derechos en Buenavista, Cereté, Tierralta, y en Sucre, en San Onofre y San Marcos. Estas casas son lugares especializados en acercar la oferta institucional de la entidad con enfoques propios de la zona donde están ubicadas.

Córdoba sí tuvo Defensor, Colombia sí tuvo Defensor. La Regional Córdoba de la Defensoría tan solo en 2023 brindó 2.268 asesorías, recibió 2.347 quejas y 993 solicitudes, para un total de 5.608 atenciones, de modo que la nueva sede no solo representa un avance en términos de espacio y equipamiento, sino que refleja el compromiso con la calidad en la atención: tiene 97 puestos de trabajo equipados y dispone de 3 espacios de coworking. Dentro de estos espacios, el área dedicada a la atención y asesoría a víctimas del conflicto armado tiene 2 oficinas, además de 2 oficinas insonorizadas para la atención judicial y la toma de declaraciones de las víctimas. Eso es pensar en la gente, en las comunidades vulnerables, en dignificar el trato y la atención que reciben, y por supuesto en el talento humano, que ve compensada su dedicación y que ve materializadas acciones concretas para la mejora de su bienestar laboral.

Que más personas lo sepan, que más cordobeses ayuden a difundir que ahora en Montería, en el barrio Costa de Oro, en la carrera 16 calle 22A esquina está la nueva sede de la Defensoría y que fue gracias a un cereteano que se hizo posible tan significativa obra, que ojalá perdure en el tiempo.

Sin duda será todo un reto para la nueva Defensora del Pueblo, Iris Marín Ortiz, preservar y continuar el robusto legado que deja Camargo en Córdoba y en el país. Pero como la mujer que es, con la trayectoria y conocimiento que tiene, seguro lo logrará. Además, hay que decirlo, quienes portan ese chaleco azul suelen hacer una labor juiciosa y comprometida en lo profundo de las regiones. Y esa legión que conoce el territorio como la palma de su mano será la que la acompañe.