La Transformación Rural: Pilar para la Seguridad Alimentaria en Colombia

Por Carlos Ordosgoitia Sanin
3 meses atrás

Colombia es un país con gran  vocación agrícola, y  preocupa enormemente que su población padezca precizamente por la disponibilidad suficiente y estable de alimentos, al acceso y al consumo oportuno y permanente de los mismos en sus hogares en las cantidades y calidades nutritivas que proporcionen una vida saludable y digna.

En nuestro país paradojicamente la riqueza agrícola contrasta con las dificultades que enfrentan las familias campesinas bastión imprescindibles y actores fundamentales de nuestra  seguridad alimentaria.

Partiendo de ese complejo escenario, se hace necesaria una reforma que realmente favorezca a nuestro campesinado. De ahí que es el momento indicado para impulsar la creación de centros de transformación y comercialización regionales como una solución visionaria, capaz de fortalecer las economías rurales y asegurar un suministro constante y de calidad de alimentos.

Durante décadas las familias campesinas han sido víctimas de la marginación económica y el acceso limitado a tecnologías avanzadas que han disminuido su capacidad para competir en mercados masivos y globalizados. Es hora de dotarlos de la infraestructura adecuada y brindarles la posibilidad de agregar valor a sus productos, para sacarlos a flote del ciclo de pobreza y subsistencia al que han estado sometidos.

La propuesta de establecer centros regionales de transformación y comercialización es clave para romper este ciclo, toda vez que estos podrían funcionar como ejes de innovación y productividad, en donde los productos adquieran un valor adicional antes de llegar al consumidor final, lo que no solo aumentaría los ingresos de las familias rurales, sino que también mejoraría la calidad y trazabilidad de los alimentos que consumimos diariamente.

Es de resaltar, la posición geográfica privilegiada de Colombia, la que con su diversidad climática y de suelos, permite una producción agrícola variada y rica, que se debe potenciar con tecnología y una gestión adecuada, no solo para satisfacer las necesidades internas, sino para consolidarse en el mercado internacional de alimentos.

Es necesario generar políticas públicas consistentes y de apoyo financiero, tecnológico y educativo a los campesinos. Así como la creación de incentivos fiscales, que además generen alianzas estratégicas para la formación y capacitación de la mano de obra rural.

Nuestros campesinos deben estar equipados con conocimientos y habilidades que les permitan sacar el máximo provecho de las nuevas tecnologías y métodos de producción. Programas de educación continua y técnica, enfocada en prácticas agrícolas sostenibles y en gestión de negocios, logrando de esta manera un efecto transformador en la calidad de sus vidas.

Al empoderar a las comunidades rurales y crear un entorno donde puedan prosperar, sin duda alguna Colombia podrá asegurar su seguridad alimentaria y un futuro más justo y sostenible.

La ruta es larga y está llena de desafíos, pero estoy convencido que con voluntad política, cooperación multisectorial y un enfoque centrado en las personas, es posible construir un futuro donde las familias campesinas sean protagonistas de su propio desarrollo y el bienestar de toda nuestra Nación.