Son unos Ciprianos

Por: Mario Sánchez Arteaga
2 meses atrás

Aracataca espera…y seguirá esperando

Esta historia comienza con una canción de protesta titulada “Aracataca Espera” compuesta por el maestro Armando Zabaleta. Un paseo vallenato dentro del rosario de obras musicales que el compositor guajiro, reconocido por canciones como No Voy a Patillal’, ‘El Festival’, ‘El Chupaflor’, ‘La Reforma Agraria’ y Contestación a la brasilera, tenía en su repertorio.

Zabaleta se distinguió por letras sentidas y otras con cierta crítica e irreverencia. En el año 1972 el escritor Gabriel García Márquez ganó el premio de novela internacional Rómulo Gallegos en Venezuela, entregándosele una medalla de oro, un diploma y 25,000 dólares de la época. El escritor, que ya gozaba del prestigio de Cien Años de Soledad, decidió donar el dinero al recién creado Movimiento al Socialismo (MAS). Situación que causó indignación en algunos sectores políticos en su natal Colombia.

Es entonces cuando el maestro Zabaleta compone la canción “Aracataca Espera” criticando a Gabo porque la casa donde nació se estaba cayendo, su pueblo tendría muchas necesidades y él, ajeno a esto, según el compositor, donaba una suma considerable a un grupo político de izquierda venezolana. El tema tuvo mucha acogida, fue grabado por Jorge Oñate y Miguel López en el álbum “Fuera de Concurso” en 1974.

Hace 50 años, Silvestre Dangond no había nacido y Carlos Vives era un impúber de trece. Cincuenta años después que se grabara la polémica canción, en la versión 57 del Festival de la Leyenda Vallenata de 2024, Dangond decide hacer una parranda privada en su casona de Valledupar. Una edificación inmensa, con toques de modernidad sin perder la esencia fresca y rustica de las viviendas del caribe. Una noche donde invitó a pocos amigos y ciertas celebridades para degustar del vallenato típico (caja, guacharaca y acordeón). Dentro de los invitados estaba el samario Carlos Vives, a quien el urumitero Dangond dejaba en evidencia su profunda admiración.

Lo noche no era calurosa, bajaban de la sierra nevada brisas empujadas por los vientos alisios que se estrellaban en la terraza tropical de la casa. Cantaban y coreaban vallenatos clásicos, leña gruesa como dicen otros. Vives entonó la canción que hacía más de 5 décadas compuso Zabaleta. Silvestre le coreaba, le hacía segundas voces, los asistentes entusiasmados escuchando en simultánea al hombre que con su estilo internacionalizó al vallenato y al artista de este género musical más cotizado del momento. La parranda se extendió hasta la madrugada, en un ambiente tranquilo, mientras la ciudad se estrepitaba entre los fuelles de acordeones que sonaban por todos lados.

Algunos de los invitados compartieron en redes momentos de la envidiable fiesta. Entre esos videos, subieron cuando cantan “Aracataca Espera”. Por supuesto no faltó el que por desconocimiento dijera que la canción era nueva y Vives y Dangond ofendieron a nuestro nobel de literatura. Medios del interior del país, en su centralismo acachacado, sin indagar, subieron el video distorsionando la información.

Cuando se trata se viralizar contenidos en el mundo virtual lo que importa son el número de likes, vistas reproducidas, reels, historias, feed y todo lo que produzca y facture olvidando el principio del buen periodismo…informar bien.

Nada de mala intención hubo de Vives y Silvestre. Es un vallenato protesta viejísimo de Armando Zabaleta. Vives ha profesado gran admiración a Gabo toda la vida y hasta lo menciona en sus canciones. De hecho, mirar en redes todo lo que dijo sobre el nobel en abril pasado cuando se cumplieron 10 años de su fallecimiento y el homenaje que le rinde en la canción “Vallenato Nobel” del maestro Escalona (buscar en Amazon Music).

Cipriano Mosquera era el presidente de la Junta de Acción Comunal de un barrio popular en Maicao. Docente de primaria en un colegio público. Camisa Guayabera cuatro puertas, zapatos puntudos pica hielo y pantalón bota recta casi de campana, la pinta de lunes a domingo. Era el adalid de la moral y valores en el sector. Daba cátedras de urbanismo y convivencia a sus amigos cuando frecuentaban en la tienda. Gozaba del respeto de todos, pero había hecho un pequeño hueco en la pared del patio para ver bañar a la esposa de su vecino; el que le pasaba luz eléctrica cuando le cortaban los servicios. Hablaba de respeto, pero era un inmoral de racamandaca.

Un día cualquiera, el vecino se percató del orificio en la esquina de la pared y sospechó la hazaña desvergonzada de Cipriano. Lo grabó desde el techo en flagrancia con su celular y lo difundió en todo el municipio.

El profesor Cipriano le tocó mudarse del barrio en la madrugada, a escondidas sin que nadie se diera cuenta. Meses después un ex vecino le hizo el reclamo en un banco, le manifestó la decepción que sentía de aquel actuar irrespetuoso. La respuesta de Cipriano no pudo ser más mediocre y descarada

– Quien lo manda a no repellar bien las paredes del patio –

La gente le gusta buscar el morbo y polémica y se han aprovechado de una simple interpretación en una parranda vallenata, ¡una interpretación!  en espacio privado, cerrado, entre pocos amigos y familiares.

Uno puede cantar lo que le plazca, pero no quiere decir que comulgue del todo con lo que diga la canción.

Cuántos no hemos recitado poemas de Walt Whitman, Arthur Rimbaud y Raúl Gómez Jattin? …Y eso quiere decir que comulgamos con sus modus vivendi estrafalario y trastornado? ¡No! Dejemos la tragedia que por cantar una canción protesta de antaño le faltaron el respeto u ofendieron la memoria de Gabo. Los que así lo piensan, ¡son unos Ciprianos!

Quienes se están aprovechando son los críticos de la ideología izquierdista de Gabo, que nunca la negó. Eso ni le quita ni le resta la grandeza de GENIO como escritor. Respetable sus afinidades.

Es el colombiano más ilustre en toda la historia de nuestro país, el escritor de habla hispana más leído en el planeta con más de 100 millones de libros vendidos. Su obra cumbre Cien Años de Soledad, hace parte de la prestigiosa selección de los clásicos universales de literatura.

A los artistas no hay que exigirles que hagan obras de infraestructura, colegios, calles ni nada eso, es una obligación del ESTADO. Que alguno quiera hacerlo, donar algo, es valor agregado, pero no obligación.

Vives y Dangond no necesitan viralizar contenidos, porque fama, reconocimiento y dinero les sobra. Para los que no lo saben, ambos tienen fundaciones “Tras la perla” del samario y FUNSICOG del urumitero, las dos de proyección social y ayudas humanitarias constante. Quizás muchos de esos que salieron a darles palo no le dieron ni un bolillo con Kola Román de la tienda a sus progenitoras el día de la madre. Ven la viga en el ojo ajeno, porque el de ellos lo tienen libre de cataratas para criticar a quien quieran.

Me ha llamado mucho la atención que escritores, compositores, músicos entre otras personalidades de las artes, hayan retransmitido los titulares equívocos de algunos medios de comunicación como el diario El Tiempo, el cual tituló “El canto de reclamo de Carlos Vives y Silvestre Dangond a García Márquez”. Que eso lo haga el impulso de un ciudadano común, vaya y venga, pero personas letradas, estudiadas, que conocen el alfa y omega de la canción, caigan en gavilla a acribillar a los 2 cantantes de vallenato por simplemente interpretar la canción en una fiesta privada, con unos cuantos invitados, tocando el acordeón un rey de reyes vallenato…¡por favor!

Entonces todos los que hemos cantado a pulmón algunas piezas musicales de protesta de John Lennon, Mercedes Sosa, Enanitos Verdes, Facundo Cabral, Silvio Rodríguez o Residente, ¿tendríamos una ideología cercana a ellos? O ¿los vallenatos cuyas letras incitan a mujerear y parrandear califican a quienes los bailen o canten como infieles?  son unos Ciprianos!

Aracataca Espera, sigue esperando inversión social, mejoramiento vial, más colegios, sedes de universidades, mejores servicios públicos. Sigue esperando, pero del estado, a quien verdaderamente le corresponde ese compromiso. Hoy los miles de visitantes y turistas que llegan de diferentes partes del mundo buscando un tal Macondo (que solo existe en las novelas del realismo mágico) se han convertido en fuente de ingresos persiguiendo los pasos del hijo del telegrafista. Medios de comunicación nacionales e internacionales, investigadores, cineastas, escritores y amantes de las letras, frecuentan a diario el caluroso pueblo del Magdalena gracias a García Márquez. Me atrevo asegurar que, si no hubiese nacido ahí, si acaso hoy aparecería en el mapa con la audacia de abandono de los gobernantes.

Aracataca espera de su alcalde, del gobernador del Magdalena, de los congresistas de esa región y del presidente de la república, que tanto proclama haber sido amigo del nobel. Exijámosle a los políticos, mandatarios, esos son los que tienen el deber y la obligación de ejecutar obras, pero a esos sí los endiosamos y peleamos con familiares, amigos y volvemos a votar por ellos. ¡Son unos Ciprianos!

Hubo un comentario tan infantil que leí de un hacedor de arte “Es que dieron papaya” y otros hasta de “malditos” no los bajaron, y supuestamente son artistas que pregonan paz total. Lamentable que opaquen su arte y saquen a flote el rottweiler sin bozal que llevan dentro para amordazar a otros colegas simplemente porque son de otra corriente de pensamiento.

El enceguecimiento y radicalismo de muchos los pone a delirar y escribir locuras con la espuma de mal de rabia que brota de sus bocas.

GABO le dijo a Zabaleta cuando escuchó la crítica canción “buena composición bergajo” y Zabaleta se la cantó en su presencia. Parrandearon juntos y ambos se profesaron admiración en medio de las diferencias.

Tanto Carlos Vives, como Silvestre Dangond y García Márquez, nadie les regaló nada. Todo lo han conseguido a punta de esfuerzo y talento, eso es innegable por muy detractores que tenga cada quien, son tres grandes colombianos.

No nos dejemos utilizar, todos esos mensajes tienen un trasfondo que no es cultural ni educativo, ni que ocho cuartos, todo termina en un tema político asqueroso que nos ponen a discutir y convertir las redes sociales en combates de lucha libre. Algunos defendiendo lo indefendible que se cae por su propio peso y cada día el olor a putrefacción carcome las comisuras de una sociedad que se deja alborotar por unos espantajopismos de laboratorio.

El que lo entendió, lo entendió.

Buen viento, buena mar.

Posdata: Decoroso tercer lugar en la categoría profesional del Festival de la Leyenda Vallenata para el monteriano Camilo Molina. Estoy seguro que esa corona tarde que temprano llegará. Qué maestría para digitar el acordeón.