Servir es más sabroso que saquear

Por Róbinson Nájera Galvis


Unos días atrás estaba sintiéndome bastante avergonzado del ser humano, ese mismo que Dios puso al frente de la creación para que viviera en franca paz con los de su especie y con todo lo que lo rodea, pero en los últimos tiempos en un alto porcentaje ese ser, supuestamente inteligente, ha desviado su camino y en vez de practicar amor y fraternidad, lo que ha anidado en el corazón es odio para destruir.

Mis últimas noches de desvelo vienen de pensar en el hecho de que haya “seres humanos” elegidos con la inocencia y el entusiasmo de gentes del pueblo, para que después terminen robándose el dinero destinado a la salud de sus electores, y lo peor, saqueando los recursos que corresponden a la
alimentación de los niños en el colegio, y con desnutrición es casi imposible que haya buen aprendizaje.

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De manera que, en estos días preelectorales, la palabra que más martillaba en mi mente era saquear, pero afortunadamente y como una forma de desintoxicación mental estuve visitando la “Fundación Bethel Transforma”, ubicada en el Barrio San José de Sahagún y dirigida por el pastor Rodolfo Martínez y su esposa Alba, quienes brindan en forma gratuita amor y desarrollo integral a más de 400 niños.

La Fundación Bethel Transforma, como su nombre lo indica, ha ido transformando la vida de 387 familias en situación de vulnerabilidad, residentes en los barrios San José, Simón Bolívar, Nueva Esperanza y Los Laureles, entre otros, trabajando 4 áreas: Física, Socioemocional, Cognitiva y Espiritual, con un Grupo de profesionales que han logrado cambios fundamentales en el desarrollo integral de los niños.

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Los apoyos solicitados por la Fundación a la Alcaldía, Secretaría de Salud, Bienestar Familiar, Comisarías, etc. han sido fallidos, pues de ellas no han recibido ni una bienestarina. Los patrocinios vienen de Padrinos extranjeros que a veces son obreros y hasta lustrabotas y de ONGs Internacionales que patrocinan a la Iglesia Evangélica, aunque los niños asistentes profesan diferentes religiones.

Una vez uno entra a la Sede de la Fundación Bethel, lo que se respira es amor, amor del bueno como dicen los compositores, porque la amabilidad y capacidad de servicio de todas las personas que allí laboran se refleja hasta en el brillo de sus miradas. Me imagino que así debió ser el mundo ideado por Dios para la humanidad, pero no entendemos, en qué momento el hombre le torció el rumbo ¡Qué vaina
ombe!

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