Después de haber incursionado como pescador, agricultor y alfarero, sumergido en medio de una pobreza extrema con mujer e hijos, un día Marcial, hombre de baja estatura con facciones más coreanas que sinuanas, miró al cielo y clamó a Dios ayuda para encontrar una fuente de ingresos distinta a los ya fallidos oficios que lo obligaban a vivir una vida de errante. Siempre estaba debiendo los arriendos y lo sacaban de aquellos aposentos con los pocos corotos que tenía. Es ahí cuando a sus 35 años de edad, igual que la escritora chilena Isabel Allende o el comediante mexicano Roberto Gómez Bolaño (Chespirito) no ve el ocaso frustrante y decide en su adultez, después de ver una película inspiradora, ser artista.
Comenzó a trazar en el lienzo dibujos inspirados en las tradiciones de la región como fandangos, corralejas, paisajes del Sinú, la cultura de los Zenúes y la vida cotidiana de su natal San Sebastián; un corregimiento del municipio de Lorica, situado en la ribera de la Ciénaga Grande. Un pueblo ancestral por la práctica de la alfarería que aún conservan como artesanías representativas en cerámica.
Teniendo poco tiempo de estar inmerso entre pinceles de pelo de gato creados por él mismo, ya había experimentado con pluma de pato y pelo de perro; recibió la visita de un norteamericano que quedó fascinado con los cuadros y con la casa de bareque (de los padres del pintor) que el artista había invadido con sus matices coloridas. Le pagó en dólares y le dijo – Arte Primitivista, qué maravilla –
Es entonces cuando Marcial descubre en qué mundo del arte navega, pues desconocía que era un pintor primitivista. En ese entonces de los pocos que había en el país. Desde ese momento su pintura tiene un antes y un después y las invitaciones a exposiciones de arte y galerías internacionales no dejaron de llegar.
El primitivismo es un movimiento artístico que privilegia las formas ingenuas y primitivas del arte como la imaginería popular, los iconos, los platos pintados, los objetos y los colores de la cultura campesina. Desde su inicio a comienzos del siglo XX, ha buscado otras formas que rompan con los estándares tradicionales. Las formas simples y colores planos priman, sumado a la cotidianidad de lo reflejado.
Alrededor de 18 países han sido visitados por el maestro Marcial Alegría, un campesino analfabeto que pinta descamisado a pies descalzos en medio del vehemente calor y de una pobreza menos pobre que la de hace 50 años. Estados Unidos, Palestina, Siria, Alemania, Jamaica, Inglaterra, Bolivia, Chile, Perú, Paraguay, entre otras naciones, han tenido el honor de su presencia. Hoy sus cuadros se encuentran en despachos de Alcaldías, Gobernaciones, Ministerio de Cultura, Presidencia de la República, Museos y hasta en el Vaticano, donde el Papá Juan Pablo II en el año 1985, cuando visitó Colombia, se llevó una pieza artística del más humilde los pintores colombianos.
La pesadilla es un mal sueño que produce fuertes sensaciones de miedo, terror, angustia o ansiedad. Según Psicólogos expertos en el tema, las pesadillas son señales del cerebro en estado de inconsciencia que pueden revelar situaciones que no andan bien en nuestras vidas. El estrés excesivo puede conllevar este trastorno en el sueño y quizás, este fue uno de esos factores que llevó al pintor primitivista a tener un sueño en el que “Un campesino no encuentra donde trabajar, halla en el camino a orillas del río un árbol frondoso, al que comenzó a talar para sacarle carbón y negociarlo. En ese instante se le aparece un tigre y se ve obligado a subirse al árbol para evitar ser devorado por el felino. Cuando está en medio del ramal del arbusto, siente muy cerca una serpiente que lo mira como presa sin escapatoria. Observa hacia arriba para subir a lo más alto y evidencia un enorme panal de abejas revoloteando en su ambiente. Finalmente, piensa en tirarse al río y aparecen unos cocodrilos”. La única salida era despertar, y al despertar plasmo en el lienzo toda esa odisea. El cuadro le llamó “La pesadilla” su obra cumbre, hasta ahora, el más costoso y solicitado.
A pesar de toda la trayectoria y el espinoso trabajo de trazar sus pinturas, lo máximo que ha costado un cuadro del maestro han sido de 5 millones de pesos. Con más de 10.000 obras pintadas en su longeva vida, Marcial Alegría ya es una leyenda viviente de la pintura primitivista en Colombia.
Dicen los grandes genios que sus invenciones han emergido en medio del ocio y no en un estudio, oficina o laboratorio. Las crisis han sido fundamentales para que aquel campesino de oficios agrestes pasara de utilizar sus manos para robustas labores a la delicadeza de sensibles pinceladas. Una película en el Teatro Martha de Lorica, a sus 35 años de edad, fue la que motivó a colgar la atarraya y dejar de empatarse de escamas de pescado y tomar el pincel y vivir pringado de pinturas. Una Pesadilla fue su musa inspiradora para internacionalizarse con una de sus obras.
A sus casi noventa años aún sigue pintando, despojado de las vanidades del poder y el dinero, “la leyenda viva de la pintura primitivista de nuestros tiempos” solo anhela la construcción de una Casa Galería situada en la parte central de su natal, San Sebastián, donde puedan convergir todos los artistas locales y exponer su arte ante el mundo. Tres hijos del maestro y algunos de sus nietos también vienen labrando el legado con arte primitivista.
Marcial nos ha pintado muchas alegrías, sus piezas artísticas erupcionadas de colores y fantasías de un universo llamado Sinú, plasmadas en lienzos trazados bajo la presión de pinceles de pelos de gatos, son la historia de nuestros antepasados y de nuestro presente. Un talento innato que brota insaciablemente como los bocachicos en subienda de la Ciénaga Grande que baña su pueblo.
POSDATA: El maestro ha estado desde el mes de diciembre con quebrantos de salud. Sus cuadros a veces duran hasta 3 meses sin venderse. La familia del pintor clama por una mirada más generosa de los entes gubernamentales para que pueda vivir sus últimos años en mejores condiciones. Pueden visitar su página de Instagram @marcialalegria