Colombia ratificó el convenio de Minamata para erradicar el mercurio a 2023

El presidente Duque al ratificar el convenio señaló que el propósito es que Colombia sea un país libre de ese químico en el año 2023.


Redacción. El Gobierno colombiano ratificó este lunes el Convenio de Minamata, que tiene como objetivo proteger la salud humana y el medioambiente de las emisiones y liberaciones de mercurio y sus compuestos. El presidente Duque al ratificar el convenio señaló que el propósito es que Colombia sea un país libre de ese químico en el año 2023.

“Hoy estamos cumpliendo esa promesa que les hice a los colombianos: ratificar el tratado de Minamata, pero no para que se quede como letra muerta, sino, todo lo contrario, para que este sea un tema que una al país: a los sectores políticos, al sector privado, a las organizaciones no gubernamentales que apoyan estas causas, a los gobiernos cooperantes, porque nosotros queremos que entre el año 2022 y el año 2023 seamos un país totalmente libre de mercurio”, enfatizó el Jefe de Estado.

Agregó que la ratificación del Convenio o Pacto de Minamata indica que Colombia está dando “un paso trascendental”, y cobra un mayor significado en estos momentos en los que el mundo ha visto, con dolor y “el corazón arrugado”, lo que ocurre en la Amazonía brasilera.

En ese sentido, el Presidente reiteró su propuesta de sacar adelante un gran pacto para la protección de la Amazonía, entre los países que tienen espacio territorial en el llamado ‘Pulmón del mundo’, para que las decisiones y acciones sean coordinadas.

“Sin lugar a dudas, la suscripción y el depósito del instrumento de Minamata, para que nosotros seamos un país libre de mercurio, también va a tener un impacto fundamental, porque muchas regiones de nuestra selva tropical se han visto amenazadas por la minería ilegal, minería ilegal que se abastece de mercurio, y después hace vertimientos irresponsables en cuencas hidrográficas que son patrimonio de todos”, manifestó.

El Mandatario recordó que el Convenio de Minamata tuvo su origen en la tragedia ocurrida en Japón, a finales de los años 50, cuando las comunidades sufrieron los efectos del envenenamiento por el mercurio que contaminaba las aguas residuales industriales.