La directora del Encuentro Nacional e Internacional de Mujeres Poetas, la amiga de Raúl Gómez Jattin y poeta cereteana, habla acerca de la influencia que ha tenido en su vida el rio Sinú y de su amistad con uno de los poetas más reconocidos de Latinoamérica.
Por Luz Hernández
Cereté. A las cuatro de la tarde ya ha pasado el bochorno que provocan los 35º centígrados que ambientan diariamente a Cereté, Córdoba. Sin embargo, en la Fundación cultural de Raúl Gómez Jattin parece no sentirse nunca un ambiente de sofocación, ni siquiera al mediodía.
Estoy sentada con una de las gestoras culturales más representativas de Córdoba, bajo la vigilante mirada de unas fotos de Raúl que están colgadas en la pared. Lena Reza, la escritora, me comenta que en esa misma casa, el poeta de Cereté compartió con ella muchos momentos, invaluables, ciertamente.
Sostener una conversación con esta poeta sin mencionar y hablar del Sinú, de Raúl y de Cereté, es imposible. Su obra cultural no está basada en nada más que en esto. Su admiración por Raúl es grandísima. No hemos conversado durante más de 15 minutos, cuando, con un tono de voz que refleja más que nostalgia, amor, me habla acerca de la vida y obra de su gran amigo.
En el salón contiguo, dos niñas estudian una exposición, y también ellas hablan de uno de los poetas más grandes de Latinoamérica, perecemos estar conectadas.
Lena, con mesura y con disimulo busca los recuerdos del legado y la influencia que tuvo su amigo en su vida, direccionando la mirada a un cartel que tiene impreso un poema de Raúl:
Si las nubes no anticipan en sus formas la historia de los hombres,
Si los colores del río no figuran los designios del Dios de las Aguas,
Si no remiendas con tus manos de astromelias las comisuras de mi alma,
Si mis amigos no son una legión de ángeles clandestinos,
¿Qué será de mí?
Seguidamente me señala que, si su poesía está ampliamente influenciada por la vida y obra de Gómez Jattin, y que, a su vez la obra de este poeta no es más que Sinú, entonces copiosamente la de ella también.
Ha comenzado a hablar de Raúl y no ha parado, tampoco me permito interrumpirla, me cuenta la historia del palo de mango que está en el centro cultural de Cereté, y continua… también me cuenta la historia del árbol de roble que nació al lado de la tumba de Raúl, parece todavía ser un tema difícil, y con ese mismo misticismo con el que se habla acerca del árbol de roble que creció justo al lado de la tumba de Raúl, el cielo parece estar a tono con nuestra conversación y en medio del relato de la muerte de su amigo, un sereno cae.
Tras una pequeña pausa y después de haber concluido con el tema de la vida del poeta, me explica por qué no se siente escritora, aunque lee diariamente y escribe casi siempre. Para ella los motivos por los que no ha publicado no son ajenos a su voluntad, «Leer a otros me hace sentir menos merecedora de una publicación», me comenta. Prefiero colaborarles a otros en sus publicaciones, «sobre todo a las poetas que invito al Encuentro», añade.
«Cereté le debe mucho a Raúl, tanto como Raúl al Sinú y al pueblo», esa es una relación de ida y vuelta, me dice. Y, quizás inconscientemente, vuelve a hablar acerca de su gran amigo.
Un gato sigilosamente se ha acercado a completar la escena, parece también escuchar atentamente la voz delicada y suave de Lena. Ahora veo, que el ritmo pausado con el que ella habla, no solo me atrae a mí.
El gato con sus ojos redondos y actitud presuntuosa no le ha quitado la mirada de encima. Este espacio y la vida de esta poeta parecen estar inundadas de misterio, de enajenamiento, al igual que el nombre de Raúl Gómez Jattin.
Hoy, esta mujer en Córdoba es referente de poesía, de cultura, de pasión y amor por el río, actualmente el nombre de Lena Reza es sinónimo de distinción y excelencia.
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