Muchos creíamos que después del furor del Covid-19, la vida empezaría a tener un gran cambio. Dos años de encerramiento, familiares y amigos que se fueron repentinamente y toda la crisis generada, pensábamos llevaría al hombre a una reflexión positiva, pero que va, apenas apareció una luz volvió el mismo desbarajuste de siempre. “No seas iluso- me gritó un amigo- no nos pudo cambiar ni el Diluvio”.
Lo cierto es que la vida sigue con sus alegrías y tristezas, y una de esas alegrías de estas tardes nubladas fue encontrarme en la plaza principal de Sahagún al cuentero Reinaldo Ruiz, soltando todo su repertorio ante un público conformado por diferentes clases sociales, como quien dice, el llamado “Rey del costumbrismo” tiene la virtud de hacer que tanto ricos como pobres rían juntos.
Al tropezarme a Reinaldo antes de su show, esta vez lo encontré un poco más tímido de lo acostumbrado, y me preocupó un poco que no fuera a dar la talla ante una plaza llena y expectante, pero este hombre no tiene pierde, pues ha trabajado muy duro para conquistar el lenguaje, gestos y hasta morisquetas de los campesinos costeños y los interpreta a la perfección con humor y fluidez.
Confieso que esa noche me dormí un poco más tarde pensando placenteramente en la forma como ha progresado Reinaldo. Es un artista completo que además aprendió a declamar, bailar y cantar, y con su humor basado en las ocurrencias campesinas, logra mantener a una nutrida audiencia a carcajada limpia por más de una hora, sin necesidad de recurrir a expresiones vulgares o de doble sentido.
“El Rey del costumbrismo” nació en Salitral, corregimiento de Sahagún y desde los homenajes a la bandera en el Colegio Marco Fidel Suárez, donde se hizo bachiller, comenzó con su cuento que parecía una fregadera de “pelao”, más tarde se graduó como administrador de empresas en la UNAD, pero ya estaba escrito que él sería PURO CUENTO desde la mañana hasta el anochecer.
Cuando Reinaldo desciende del escenario, se confunde con niños y adultos que quieren tomarse una foto con él, entonces su modestia vuelve a esconder al mejor intérprete de las costumbres y sueños del campesino cordobés, y a primera vista muchos, jamás podrían imaginar que este personaje de abarca y sombrero es el mismo que nos ha representado dignamente por varias ciudades del País y del exterior.
Reinaldo es un tipo batallador, buena gente, honesto y estudioso que merece que nuestros dirigentes lo apoyen más para que se muestre en escuelas, universidades y otros escenarios, pues no exige comidas especiales ni camerinos ni que carajo, sólo le basta “embombarse” el sombrero “vueltiao”, “engancharse” en la tarima y ya, porque su cuento es contar cuentos sin tanto cuento.