Notas sobre desarrollo rural: asociatividad y gremialidad

Por Boris Zapata Romero


Con la llegada del nuevo gobierno, llega también el momento de enfrentar los retos que en los diferentes sectores siguen esperando ser resueltos, en un esfuerzo que nos convoca a todos, pues de nada sirven las orientaciones y medidas que se impartan, sino cuajan tanto en la opinión pública como en la especializada.

En un evento de hace unas semanas atrás, liderado por el Senador Cesar Pachón y al que asistió la hoy Ministra de Agricultura Cecilia López Montaño, se convocó a aportar ideas sobre el tema de la reforma agraria; dispuse entonces que escribiría sobre el tema, pero se me hace imposible apegarme solo a ello, pues mucho de lo que escuche ese par de días fueron discusiones anacrónicas por lo cargadas de conceptos de generación de riqueza más cercanos a la era preindustrial que al siglo que corre, ya ad portas de la 5ta revolución industrial, lo que me invita a hacer estas primeras notas sobre asociatividad y gremialidad en un enfoque que allí no se abordó.

Lo primero es que los gremios no son enemigos, son parte de la solución; hay que fortalecerlos, y no se trata de recursos económicos – que nunca sobran- se trata de construir con ellos una visión ‪de desarrollo con enfoque en el bienestar social, el crecimiento empresarial e industrial y la defensa medioambiental.

Para eso es necesario que crezcan en una verdadera – y para ello debe ser democrática- integración de sus bases, que son los productores en todas sus formas y tamaños, así como con todos los interesados en las respectivas cadenas productivas.

Ese enfoque de fortalecimiento busca que sean interfaces del desarrollo rural; en ese sentido, lograrían jugar un papel más certero en apalancar las primeras fases de lo asociativo en lo rural.

Más certero, porque su conocimiento sobre las respectivas actividades del sector – y provistos ya con una visión distinta al club y más cercana a la misión de un “número 10”- si pueden darle la mano en la dirección del crecimiento sostenible a los pequeños productores, en garantía que pasen de ser meros proveedores de materia prima atenidos al clima, al delincuente organizado, al olvido y a la corrupción, a ser socios de sus formas asociativas, así como afincar las bases de una productividad competitiva en cada una de sus cadenas.

Debo anotar que ese papel de interfaz al que se debe apuntar se conviertan, es clave para que pueda confluir con efectividad en el crecimiento del sector, la investigación, el desarrollo tecnológico y la innovación.

Creo en la importancia del apalancamiento desde lo público de la ciencia, pero creo más si hay una conjugación con la empresa privada. Ese papel propuesto para los gremios como “armadores”, es clave en esa materia, pues en el objetivo que su actividad se fortalezca, pueden orientar las acciones de I+D+i, y permitir que de base a cúspide haya apropiación del conocimiento y masificación de los desarrollos técnicos y tecnológicos.

Otro de los puntos, es la reevaluación de la aplicación de recursos públicos para apoyar a los pequeños productores. Hay que apoyar a quien valora el esfuerzo estatal con una demostrada vocación, y el requisito debe ser formar parte de formas asociativas consolidadas.

De hecho, creo que deberían eliminarse lo que más se pueda los intermediarios en forma de fundaciones, para que sean las asociaciones directas responsables de la ejecución de los recursos, y con ello acreedoras de las sanciones a las que haya lugar si desviaran los mismos de los objetivos previstos.

No dudo que cambiar la política de apoyo al fortalecimiento productivo en ese sentido, permitirá que los recursos sean mejor aplicados, que la asociatividad crezca de la mano con la veeduría social, que se formalice la actividad productiva primaria, que se facilite el extensionismo rural, que se fortalezcan las cadenas desde la base, que se orienten con mayor atino las políticas del sector, y que se haga más fácil para el sector financiero jugar su papel en el apalancamiento del desarrollo rural, a ver si aplicando la Ley de Crédito Ya aprobada a principios de este 2002, se logra subir la participación en los créditos más allá del 15% para los pequeños productores, y subir del 25% las colocaciones para aplicar a inversión.

Es más, si se logra el fortalecimiento del empresarismo asociativo rural, sería más fácil ‪crear un “Plan Padrino”. Un plan de apadrinamiento que incentive tributariamente al agroindustrial a meter a la cadena productiva a los pequeños productores, de manera que lo fortalezcan a él en su negocio, bajo reglas de comercio justo, y él a ellos a crecer a través de sus empresas asociativas agropecuarias.

‪Son muchas la cosas por anotar, por ejemplo, darle doliente al tema de los bienes públicos rurales o el fortalecer departamentos y municipios para que puedan orientar con la cercanía se supone tienen, las políticas de desarrollo económico rural de sus territorios, pero serán tema de otros espacios.