La bicicleta de Alejandro Durán

Por Róbinson Nájera Galvis


La noticia más impactante en estos días, para mí fue el destrozo de la bicicleta de Alejo Durán, un monumento que se construyó en la plaza La Candelaria de Planeta Rica para honrar la memoria del Primer Rey de la Leyenda Vallenata (1.968), quien murió en esta ciudad.

Las otras noticias han sido pan de cada día: un candidato denuncia a otro por infiltración de su campaña y de allá para acá viene otra demanda por constreñimiento al elector. La audiencia de uno y otro lado como las barras en una gallera, crecen, aplauden, gritan, se agreden verbalmente y los gallos en medio del rifirrafe se llenan de votos.

Cada día me convenzo más que el mundo que vivimos ahora, ya no es el nuestro. A pocos días de las elecciones no soporto un minuto más este tire y jala burdo y fuera de toda ética en que se han convertido dichas campañas electorales, respaldadas por los mal llamados medios de comunicación, que según el Maestro Juan Gossaín, “ya no informan correctamente, como debe ser su papel, sino que actúan en connivencia con los candidatos en una guerra sucia, cuyo objetivo es maximizar lo que afecta al contrario y minimizar lo del suyo”. Y lo peor es que la gente disfruta de este vergonzoso espectáculo.

El monumento que representa la bicicleta de Alejo Durán, inaugurado en 2019, ya quedó sin una llanta, un trinche y la silla, pero en plena calentura de las elecciones ¿Qué periódico va a gastar páginas en esto? ¿Qué emisora va a perder tiempo en un hecho tan elemental? A la gente que está en todo, en la honda, que carajo le puede importar que hayan destartalado la réplica de una bicicleta. Ni siquiera a la Policía que está a 2 cuadras del sitio. Sólo a los vecinos del barrio Jerusalén donde queda la plaza, a los familiares, a unos cuantos pendejos más y a mí, nos indigna este acto que nos parece tan grotesco.

El gran Alejandro Durán, después de toda una vida dedicada al arte de la música, aplausos, condecoraciones y una larga lista de canciones exitosas, en Planeta Rica jamás dejó de transportarse en su bicicleta modelo ”amansa viejo”, porque fue una persona genuina, un campesino hecho a pulso, a base de valores, un material que no se dobla ni se oxida, de allí que jamás aceptó ser tentado con dinero para cambiar su estilo, ni hacer composiciones por encargo, por eso creo que, no sólo su bicicleta sino también su estatua, como ejemplo, deberían estar en muchas plazas y colegios de Colombia.

La templanza y rectitud de Alejo tendrían que estar tatuadas, además en el alma de todos estos aspirantes a dirigir a Colombia, para ver si aprenden a ser serios. Durán en la final del Primer Festival Rey de Reyes, en 1.987, cuando el público lo aclamaba como seguro ganador, equivocó la ejecución de los bajos en la canción “»Pedazo de acordeón», entonces se detuvo y dijo: «Pueblo: Me he acabado de descalificar yo mismo», ejemplo formidable para estos candidatos que le tiran el muerto al otro de todo lo que les pasa. ¡Ay ombe Alejo! Qué falta haces en este País donde cada vez más, se aplaude la inmoralidad.