Ayer terminó el Encuentro Nacional e Internacional de Poetas de Cereté, su XXXI versión. Fueron cinco días maratónicos en los que más de 40 mujeres de diferentes lugares del mundo se dieron cita allí y en otros lugares del departamento de Córdoba para leer, conversar, compartir y disfrutar en torno a la poesía.
Una de las cosas más significativas de este ejercicio, sobre el que intento escribir cada año en algún medio local para recordarnos a los cordobeses cuán valioso y nuestro es el Encuentro, es que quienes no nos dedicamos a escribir poesía, podemos sumarnos a las actividades, que siempre están programadas con antelación, con una organización impecable de parte de su coordinadora, Lena Reza, y de todos los ángeles clandestinos y miembros del grupo organizador que la respaldan y apoyan en la realización del mismo.
Es así como terminas asistiendo a uno y otro evento que celebra la palabra de formas tan distintas; como terminas leyendo y acercándote a poetas de aquí y de allá que antes no conocías, y cuyos textos son de calidad fina y diversa. Al final el resultado es una colcha de recuerdos maravillosos en los que gente extraordinaria te incluye en su colectividad, que cada año se expande y brilla un poco más.
A Cereté le queda la poesía, la misma para la que siempre hay público. Es extraordinario ver a abuelos, niños, matronas, bailarinas, cumbiamberos, a todos, acudir al llamado, abrazar la poesía, dar un poco de sí a quienes deciden hacer de este su destino poético.
Y no podría decir: ‘¿Por qué nadie está hablando de esto?’, porque sí se está hablando de esto, porque se nota que algo bueno pasa, porque la gente sabe que tiene su Encuentro.
Que cada noviembre lleguen a esta tierra autoras colombianas y extranjeras premiadas, publicadas y traducidas a diferentes lenguas no es casualidad. Que este año la editorial del encuentro “Ediciones Corazón de Mango”, hija de este, haya publicado el libro “Cereté treinta años, memorias de un destino poético (1993-2023)” tampoco lo es. Eso denota que algo se está haciendo bien, que hay un esfuerzo y un trabajo dedicado de años que permite que el municipio florezca en cada versión del Encuentro.
Por ahora solo puedo decir que cualquier cosa que escriba se queda corta ante toda la maravilla que apreciamos quienes estuvimos ahí. Estoy segura de que en 2025 la cita con la poesía, en Cereté, será otro gran reencuentro.
Cada año, cuando termina una versión más, la sensación que queda es la de querer que el tiempo pase rápido para abrazarnos en el siguiente. Gracias al Encuentro Nacional e Internacional de Mujeres Poetas de Cereté por existir, por heredarnos estas ganas tremendas de volver una y otra vez a Cereté.