El 19 de noviembre se celebra el Día Mundial del Saneamiento o Día Mundial del Retrete, fecha instaurada por Naciones Unidas (ONU) para llamar la atención sobre la importancia del saneamiento para el desarrollo mundial y sobre los 4.200 millones de personas que según Naciones Unidas carecen de servicios de saneamiento gestionados de forma segura.
El lema de este año, “Saneamiento sostenible y cambio climático” destaca, por un lado, la importancia de garantizar sistemas de saneamiento que traten de forma efectiva los desechos humanos en un entorno seguro, accesible y digno.
La organización internacional destaca además cómo los sistemas de saneamiento se están viendo seriamente afectados por catástrofes naturales como las inundaciones, sequías y el aumento del nivel del mar, que tienen su origen en el cambio climático.
La ONU insiste en que contar con una red de saneamiento sostenible, junto con el acceso al agua potable e instalaciones para lavarse las manos, es, este año más importante que nunca para ayudar a proteger y mantener nuestra seguridad sanitaria y detener la propagación de enfermedades infecciosas como la Covid-19. Urge, más que nunca, abordar la crisis mundial del saneamiento y lograr el Objetivo de Desarrollo Sostenible 6: agua y saneamiento para todos en 2030.
Un saneamiento sostenible contribuye a luchar contra el cambio climático
Aqualia desarrolla todas sus actividades teniendo en cuenta la protección del medioambiente, la lucha contra el cambio climático, la minimización del impacto ambiental y la sostenibilidad. Muchos de los proyectos impulsados por la compañía incorporan soluciones que garantizan el tratamiento de las aguas residuales de forma eficiente, segura y respetuosa con el entorno contribuyendo a la lucha contra el cambio climático.
Las aguas residuales contienen agua, nutrientes y energía valiosos por lo que, convenientemente tratados, estos residuos también pueden suponer un recurso en forma de bioproductos de alto valor añadido, un impulso para la agricultura y una forma de reducir y capturar las emisiones para obtener energía más verde.
Algunos de ellos se están desarrollando en áreas protegidas o zonas de gran valor para la biodiversidad. Es el caso del proyecto de ingeniería, procurement, construcción, puesta en marcha y supervisión a la operación de la PTAR (Planta de Tratamiento de Aguas Residuales) de El Salitre en Bogotá.
Un proyecto que ha sido diseñado buscando la recuperación integral del río Bogotá en su zona de influencia de aproximado 30% de la ciudad, la protección de los ecosistemas limítrofes, la integración ambiental, ambiciosos objetivos de mejora social, así como mejora de la salud y seguridad, para más de 3 millones de habitantes. Una vez que la planta entre en funcionamiento, la capital colombiana recuperará el río que hasta ahora estaba “biológicamente muerto” en determinadas zonas de su cauce.
Otro ejemplo se encuentra en la Estación Depuradora de Aguas Residuales (EDAR) de Medina del Campo, en Valladolid. Aqualia ha transformado el antiguo sistema de lagunaje para el filtrado de aguas residuales, poniendo en marcha un proyecto sostenible de depuración y reutilización de aguas que ha permitido la recuperación del ecosistema aledaño a la planta, en desuso desde 2004.
Además, y según datos de la ONG SEO/BirdLife, la recuperación del paraje natural ha supuesto que 125 especies diferentes de aves hayan sido avistadas en ese entorno natural.