Tras cuatro años de restauración integral, los mismos que el autor empleó en pintarlo en el siglo XV, ha regresado al Monasterio de El Escorial el cuadro “El calvario” de Rogier van der Weyden, un acontecimiento de “importancia universal”, según el director del Museo del Prado.
Y es que “El calvario”, una de las obras más impresionantes del que fue el pintor más importante e influyente de los Países Bajos del siglo XV, tuvo una “vida azarosa” durante más de 500 años, que incluyeron múltiples emplazamientos, caídas y las consecuencias de un incendio en el siglo XVII, así como numerosas intervenciones que causaron daños considerables en el cuadro.
Un acuerdo firmado en 2011 entre Patrimonio Nacional y el Museo del Prado, con el patrocinio de la Fundación Iberdrola, ha permitido realizar estos trabajos en los talleres de la pinacoteca y su vuelta al Monasterio, al que lo donó Felipe II, según consta en sus archivos de 1574.
Tras su estancia de cuatro años en los talleres del Museo del Prado y su paso por la exposición dedicada a su autor en la pinacoteca, “El calvario” regresa a su lugar original para ser mostrada al público en una instalación especial con tres ámbitos en el que se presentan sucesivamente al artista y su obra, la intervención realizada y el cuadro en su estado definitivo.
Los restauradores del Museo del Prado y de Patrimonio Nacional, José Luis de la Fuente y Loreto Arranz, respectivamente, han dirigido los trabajos de restauración de esta obra de grandes dimensiones que presentaba grietas y fisuras por los desniveles de los 13 paneles de madera que la componen, así como faltas pictóricas, especialmente en las figuras de la Virgen y San Juan, repintados antiguos y ampollas provocadas por un incendio en 1671.
Este cuadro, uno de los tres únicos originales de Van der Weyden que están autentificadas por documentos de archivo, fue donado por el propio artista a la cartuja de Scheut en Bruselas, en cuyos libros de cuentas se registra su venta por 100 libras a un comprador anónimo, posiblemente Felipe II.