La felicidad del ser humano no está en la palma de las manos, sino en la yema de los dedos, ya que son sus relieves los que permiten conocer el potencial y el destino de cada persona, según confirma un sistema biotecnológico ideado por científicos rusos.
“No se puede ir contra la naturaleza. Si te guías por tu naturaleza serás feliz. Si vas en contra, tropezarás una y otra vez con dificultades, y te acabarás arrepintiendo”, aseguró a la agencia EFE, Ígor Spiridónov, director del Centro de Tecnología Biométrica de la Universidad Técnica Báumanskaya de Moscú.
El sistema biométrico, llamado “Malajit” (Malaquita), se basa en la dactiloscopia, la ciencia que estudia las yemas de los dedos del ser humano, que presentan pliegues y dibujos epidérmicos que son intransferibles e irrepetibles.
Los investigadores soviéticos utilizaron a finales del siglo pasado las características individuales de las crestas papilares de las yemas de los dedos para determinar las singularidades de cada persona.
“Desde que la persona nace hasta que muere, esas características no cambian. Aparecen en la semana 12, 14 y hasta la semana 16 de desarrollo uterino del feto, junto al sistema nervioso”, explica el profesor, de 66 años. Indicó que en la yema de los dedos tenemos el código de la programación de nuestros reflejos y el funcionamiento de los órganos vitales, elementos de nuestra capacidad de adaptación, los conocimientos que recibimos del exterior y la capacidad de ser complementario.