Mercado de Culturas: el legado árabe en el corazón comercial de Lorica

El Mercado Público de Lorica sigue siendo, más de un siglo después, testimonio vivo de ese encuentro fecundo entre Oriente y Occidente en las riberas del Sinú.
7 horas atrás

Los pasos resuenan diferentes sobre los pisos centenarios del Mercado Público de Lorica. Cada baldosa parece guardar el eco de aquellos comerciantes sirio-libaneses que, a finales del siglo XIX, encontraron en esta “Venecia del Sinú” un nuevo hogar para sus sueños y mercancías.

Muchos historiadores señalan que cuando llegaron los árabes, la forma de comer cambió por completo, entre los puestos de verduras ocuparon es espacio, se hicieron un hueco los grandes bultos de especias orientales, convirtiendo a los pasillos del mercado en un colorín de olores y sabores.

Según documenta Juan Sebastián Mina en su crónica “Del Ranchón al Mercado Público”, fue hacia 1880 cuando los loriqueros comenzaron a llamar “comecebollas” a estos nuevos vecinos, que introdujeron la costumbre de acompañar las comidas con una base de vegetales frescos.

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El aroma de las especias todavía flota en el aire, recordándonos que fueron estos inmigrantes quienes revolucionaron la gastronomía local. Sandra Reina Mendoza, en su estudio histórico sobre Lorica, señala que la ciudad experimentó su mayor prosperidad entre 1870 y 1930, gracias en gran parte a esta comunidad árabe que encontró en las orillas del Sinú un nuevo Mediterráneo.

Los nombres de aquellos pioneros sobreviven en la memoria colectiva: Jorge Yabrudy; Ricardo Char, los hermanos Jattin, entre otros descendientes de sirio libaneses que empezaron comerciar con productos que antes no se encontraban tan fácilmente en Lorica.

Mercado de Lorica, conserva su tradicional fachada multicolor.

Fue una época dorada, cuando el mercado era más que un lugar de intercambio comercial: era el punto de encuentro donde dos culturas comenzaban a entrelazarse.

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Hoy, entre los puestos de comida tradicional, las matronas del mercado preparan un sancocho que es testimonio vivo de esta fusión cultural. Sin saberlo, en su sazón confluyen las especias árabes con las técnicas ancestrales del Sinú.

Areneros y al fondo el Mercado Público de Lorica.

El edificio mismo, reconstruido en 1928 tras el devastador incendio del 19, es un monumento a esta herencia multicultural. Sus arcadas de medio punto y sus altas columnas hablan de una influencia árabe que va más allá del comercio, que se insertó en la médula arquitectónica de la ciudad.

La historia del Mercado Público de Lorica es la historia de una transformación cultural que comenzó con unos comerciantes que cruzaron el mar buscando una nueva vida y terminaron enriqueciendo para siempre el tapiz cultural de una región.

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