El médico Sergio Alfieri, coordinador del equipo médico que atendió al papa Francisco, reveló este jueves 24 de abril que el pontífice falleció a causa de un ictus que derivó en coma y posterior paro cardiocirculatorio, respetándose su voluntad de “morir en casa” en lugar de ser trasladado al hospital.
“Entré en su habitación y tenía los ojos abiertos. Comprobé que no tenía problemas respiratorios e intenté llamarle, pero no contestaba”, explicó Alfieri a varios medios italianos, describiendo el momento en que encontró al Papa sin respuesta. “No respondía a los estímulos, ni siquiera a los dolorosos. En ese momento me di cuenta de que no podía hacer nada más. Estaba en coma”.
Según el parte de defunción firmado por Andrea Arcangeli, director de Sanidad e Higiene del Vaticano, el fallecimiento ocurrió a las 7:35 horas locales del 21 de abril en su apartamento de la residencia Santa Marta.
El médico detalló que fue alertado por Massimiliano Strappetti, asistente personal de salud del Papa, alrededor de las 5:30 de la mañana. “El Santo Padre está muy enfermo, tenemos que volver al Gemelli”, le comunicó Strappetti por teléfono, pero al llegar a Santa Marta, Alfieri determinó que el traslado sería contraproducente.
“Corríamos el riesgo de que muriera en el traslado, le expliqué que la hospitalización habría sido inútil”, comentó Alfieri, quien añadió que “Strappetti sabía que el papa quería morir en casa, siempre lo decía cuando estábamos en el Gemelli”.
Sobre las instrucciones previas del pontífice, Alfieri confirmó que Francisco había pedido expresamente “ningún ensañamiento terapéutico” y que “durante su última hospitalización pidió que no se procediera en ningún caso a la intubación”. Según explicó, este procedimiento “le habría ayudado a respirar, pero habría sido difícil volver atrás y extubarle, con los pulmones infectados de virus”.
Respecto a la causa exacta del fallecimiento, el médico señaló que “fue uno de esos infartos que te llevan en una hora, quizá se inició un émbolo y ocluyó un vaso sanguíneo del cerebro. Quizá hubo una hemorragia”, explicando que son “sucesos que le pueden ocurrir a cualquiera, pero los ancianos corren más riesgo, sobre todo si se mueven poco”.
El especialista, quien también fue cirujano del Papa en dos operaciones anteriores, aseguró que Francisco “nunca se expuso al peligro” y agregó que en los días previos parecía haber “decidido hacer lo que tuviera que hacer”, como su aparición pública el Domingo de Resurrección, cuando aceptó dar la vuelta a la plaza de San Pedro entre la multitud.
