“El trabajo que ha venido realizando la seccional de Córdoba es muy importante y con resultados” dijo el Vice-fiscal General de la Nación Jorge Perdomo en Montería, exaltando la labor del ente acusador en cabeza de Gilma Londoño Ganem.
Las lágrimas de esa mujer trabajadora, quien ha dedicado 20 años de su vida a la Fiscalía de Colombia, reflejan el pesar que le genera a Gilma Rubiela Londoño Ganem, la manera abrupta como fue removida de su cargo de Directora Seccional en Córdoba.
Sólo habían pasado unos meses, después que uno de sus ‘jefes’ la felicitara por el trabajo desempeñado en el departamento de Córdoba, cuando en un de repente vio como su oficina se llenaba de miembros del CTI para allanar y confiscar todo a su paso.
¿La razón? Su ‘jefe’ la había declarado insubsistente y ahora es investigada por presunto ‘tráfico de influencias’ en la contratación de personas y que estaría relacionado con el magistrado Jorge Pretelt, investigado por un supuesto soborno.
Sorprende aún más lo que plantea Eduardo Montealegre en la declaratoria de insubsistencia en la que asegura “…Gilma Rubiela Londoño desplegó actos contra la confianza en ella depositada como Directora Seccional”
Londoño pasó de ser acusadora a acusada y ahora su nombre retumba en el ‘show’ mediático**, como si fuera una delincuente, donde lo único malo que hizo, tal vez fue aceptar el cargo que hoy la tiene entredicho.
La acusan de supuestos nombramientos recomendados y con la frente en alto se llenan de dignidad, con lo que según ellos es “la destapada de una olla podrida”. Una dignidad que se queda sin valor en un ente donde la mayoría llega recomendado del ‘sutano’ y el ‘mengano’, y peor aún, en un país donde no te nombran por lo que estudias o por tu experiencia, sino por las relaciones que tienes.
Que alguien responda: ¿Que hay detrás de la destitución a Gilma Londoño? ¿Por qué si hoy la felicitan, mañana la acaban a punta de señalamientos en un ‘show’ mediático?
Lo cierto es que el caso de Gilma Londoño, así como muchos otros, tal vez quedarán en la mente de los colombianos como los vestigios de un sistema hipócrita y perverso, que hoy te abraza y mañana te da una puñalada trapera.
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** Algo que ya se ha vuelto común, porque a los medios les importa más un escándalo que saber cuantos niños mueren de hambre en Colombia y ‘atacar’ para que solucionen eso, que si es un verdadero problema.