Unificar las elecciones en Colombia: un riesgo para lo local

Por: Mario Ruiz Soto


Opinión. A finales de agosto de este año, un grupo de congresistas presentaron un proyecto que modifica la Constitución con la intención de unificar las elecciones en un mismo año y ampliar a cinco años. Esto es, que se elijan cada cinco años presidente, vicepresidente, gobernadores y alcaldes en junio y, congresistas, diputados, concejales y ediles en marzo.

Para que esto sucediera, proponen ampliar por dos años más el período de los gobernadores, alcaldes, diputados, concejales y ediles, de tal forma que coincidan todas en 2022. ¿Se imaginan ustedes darle dos años más a los alcaldes y gobernadores actuales? ¿Si prorrogamos el período de autoridades locales no abrimos la puerta para hacerlo para el Congreso y el presidente?

Esto es como si al partido de fútbol de 90 minutos le añadiéramos 45 minutos más, avisando casi al finalizar. Las reglas de la FIFA no lo permitirían. Lo mismo sucede cuando quieren ampliar el período: las reglas de la democracia son claras. Cuando votamos en octubre de 2015, elegimos para un período de 4 años. Si se aprobara esto así –que es abiertamente contra la Constitución del 91-, sería como si los congresistas votaran por los alcaldes y gobernadores, en vez de la ciudadanía.

Ahora bien. Volvamos a la unificación de elecciones. Destaco tres argumentos para el debate. En primer lugar, de mantener comicios en un mismo año, las autoridades locales serán elegidas como resultado de la dinámica de las campañas presidenciales, incluso del Congreso. Se desdibujan las candidaturas locales. Lo nacional y lo local son dinámicas distintas y no pueden combinarse. Aplica el dicho del Caribe que dice: ¿Qué tiene que ver el caldo con las “tajás”?

En segundo lugar, será un verdadero desafío desde la logística electoral tanto para la ciudadanía, las candidaturas/partidos políticos e incluso para las autoridades electorales. Imagínense en marzo de 2022 ejercer nuestro voto en 5 tarjetas electorales distintas -pueden ser menos dependiendo donde vote-: i) Senado; ii) Cámara; iii) Asamblea; iv) Concejo y v) Juntas Administradoras Locales. Si nos cuesta a veces decidir candidaturas en Senado y Cámara, ahora nos costará más cuando nos pongan más autoridades por elegir. Si están en una misma canasta ¿No creen que será más difícil para nosotros los votantes diferenciar la preferencia nacional con la local?

El proyecto establece que las listas sean cerradas, es decir, solo podemos votar por el partido porque las candidaturas se seleccionan en consulta interna. Aun así, sigue siendo un desafío para las organizaciones políticas diferenciar sus propuestas y afinar su pedagogía en medio de un maremoto electoral. Por si esto fuera poco, luego votaríamos en junio en tres tarjetas distintas: i) Presidencia y Vicepresidencia; ii) Gobernación y iii) Alcaldía. Son dinámicas diferentes, donde la atención se concentrará en la presidencia, en detrimento de lo local. ¿No creen que debemos separar los momentos para oxigenar a nuestra democracia?

En caso de no aprobarse la lista cerrada, ¿se han preguntado cómo sería el conteo y los escrutinios de estas elecciones? Dos antecedentes. En las elecciones de Congreso del 11 marzo de 2018, el Consejo Nacional Electoral entregó las credenciales de los congresistas el 19 de julio. Si, así fue, 4 meses después. Ahora otro, un poco más antiguo. Colombia tuvo elecciones unificadas en 1970, y el conteo de votos generó suficientes problemas como para no volver a ese episodio.

En tercer lugar, quienes defienden el proyecto centran su argumento en la planeación. Lo cierto es que Colombia requiere ajustar el ¿cómo? y ¿cuándo? se diseñan los planes de desarrollo. Hacer estos planes municipales y departamentales en el mismo momento que el nacional sería aceptar la aplanadora de esta última. Sería difícil diferenciar la delgada línea entre el voto programático local y nacional. Consideren esto: la ciudadanía estaría participando de forma simultánea en el plan de desarrollo de Colombia, de su departamento y su municipio o distrito. ¿No vale la pena hacer esfuerzos diferenciados para dar la oportunidad de refrescar las opiniones ciudadanas?

En mi opinión, no podemos dejar a la democracia a merced de un solo trueno, y con un par de meses de diferencia. Aunque en nuestro vecindario de América Latina, hay elecciones unificadas se destacan más los casos en donde las elecciones locales son en momentos distintos que las nacionales: Argentina, Brasil, Chile, Bolivia, Ecuador, México, Costa Rica, Perú, Uruguay, entre otros.

Frente a esto, sugiero mantener las elecciones legislativas y presidenciales cada 4 años tal cual como está, para que se construya un Plan Nacional de Desarrollo. Posteriormente, a partir de éste, y un año después, se puedan elaborar los planes de desarrollo municipales y departamentales.

Así las cosas, unificar el calendario electoral pone en riesgo el equilibrio democrático entre lo nacional y lo local. Alfred E. Smith decía “todos los males de la democracia pueden curarse con más democracia”. Debemos seguir dando la oportunidad de mantener distintos momentos para decidir. No pongamos los huevos en una sola canasta.