Un Área Metropolitana para Bogotá y La Sabana

Opinión / Por: Juan Manuel Galán.


Opinión/ Por: Juan Manuel Galán.

La semana pasada escribí sobre el interés de algunos sectores en consolidar el área metropolitana de la Sabana y de Bogotá. Hoy escribo sobre los obstáculos que existen para materializar ese interés.  Las áreas metropolitanas, benefician principalmente a los habitantes de los municipios vecinos y, para muchos, son un derecho de asociación garantizado por la Ley 1625 de 2013.

Sin embargo, en el caso de Bogotá, esta posibilidad le está negada por la legislación vigente pues a la fecha no existe un marco normativo que le permita consolidar la figura de área metropolitana. En otras palabras, la ley 1625 no aplica para Bogotá. Esto algunos lo interpretan como una flagrante violación al principio de igualdad y al artículo 325 de la Constitución pues se le impide a la Administración Distrital, trabajar coordinadamente con los municipios conurbados.

El tema es de tal profundidad, que se han elevado varias demandas ante la Corte Constitucional por la injustificada exclusión que se hizo del distrito de Bogotá en la ley vigente, con el argumento de que la alusión a que la ciudad debe tener un régimen especial distinto al de las demás, no es fundamento suficiente para impedírselo. Legislaciones anteriores hablaron de requisitos y condiciones para conformar áreas metropolitanas, y siempre incluyeron a Bogotá.

La capital es hoy el núcleo de una gran conurbación que supera los diez millones de habitantes y genera alrededor del 30% del PIB nacional. No es posible que por una omisión legislativa que contradice o se opone a los mandatos de la Carta Política, se impida la creación de un modelo de asociación territorial. Más aun, cuando las dinámicas sociales, económicas y medioambientales no dan espera a la organización administrativa del territorio y, por el contrario, presionan el desarrollo de los 23 municipios aledaños.

En Colombia hay muchas formas de asociatividad con aptitud para resolver los problemas estratégicos de la región. Con un marco legal apropiado, la administración distrital podría colectivamente planear y gestionar asuntos metropolitanos, mantener la autonomía de los municipios aledaños y al mismo tiempo, apoyarlos en temas de movilidad y transporte, usos del suelo, agua potable, entre otros.

De no hacerlo, Bogotá y sus municipios seguirán creciendo de manera desordenada. Por eso, es urgente adelantar un proyecto de ley que defina el marco jurídico de este esquema de asociación y que genere confianza entre los municipios y la capital. Es importante que los alcaldes se sienten a conversar en un lenguaje amigable, amable, sin descalificaciones. Aquí hay realidades culturales, históricas y poblacionales que no se pueden desconocer por lo que ya es hora de que haya una relación fluida, amable, cercana y constructiva entre el alcalde de Bogotá y los alcaldes de la Sabana, para lograr el propósito de esta área metropolitana.