Referentes de identidad costeña

Por: Rodrigo Acevedo Marsiglia.


Opinión. Te quiero burrita, porque no hablas, ni te quejas, ni me pides plata, ni lloras, ni me quitas un lugar en la hamaca, ni te enterneces, ni suspiras cuando me  vengo, ni te frunces, ni me agarras, te quiero ahí sola como yo, sin pretender estar conmigo compartiendo tú crica con mis amigos, sin hacerme quedar mal con ellos  y sin pedirme un beso. (Raúl Gómez Jattin)

Concebir al ser costeño masculino, denota un sin número de señalamientos que se constituyen como aspectos identitario en el Caribe colombiano, entre muchos de estos aspectos referentes, sobre sale aquel que asegura; que el hombre costeño desde la pubertad, inicia su vida sexual con una burra.

Esto podría considerarse como un mito o una duda por resolver, es posible que sea  verdad o simplemente;  este referente, haga parte de la memoria colectiva de los pueblos del Caribe, construidas por vivencias, ocurrencias, jocosidad y anécdotas de sus pobladores. A propósito del tema; el  poeta de Cereté, Raúl Gómez Jattin, recrea en el poema Te Quiero Burrita (citado anteriormente) algunas imágenes, que surgen de la posible relación zoofilia entre el ser masculino y la burra. Sin embargo no quiere decir esto que la relación entre el ser masculino y la burra, hagan parte de la formación del individuo costeño, pues este acto es abominable; más bien podríamos agregarlo a la suma de todas esas creencias y particularidades que hacen de los costeños, seres únicos e irrepetibles.

Con respecto al poeta, vale la pena señalar que su padecimiento de locura, su adicción a las drogas  y sus  alucinaciones, le permitían crear mundos posibles, reflejados en cada una de sus creaciones poéticas, que han logrado posesionarlo como uno de los poetas más representativos de Latinoamérica; es considerado por los críticos e investigadores de la literatura,  el poeta Maldito de Colombia; en su obra se aprecia la afectiva interacción que existe entre el ser costeño y el entorno que lo rodea, pero también están presentes, la tristeza, el temor, la soledad, los fantasmas, las ocurrencias y la jocosidad, que lo  hicieron  un ser extraño, con una esencia difícil de descifrar, pero fascinante y cautivador, un ser de experiencias vividas y de recuerdos gratos que incluyen una  posible aventura con la burra a la que elogia  en el poema , dejando en tela de juicio; la relación (burra – hombre costeño).