Regular marihuana disminuye crimen y violencia

En columnas anteriores hemos dado respuesta a las principales preguntas que resultan cuando pensamos en un marco regulatorio para la marihuana medicinal. Presentamos evidencia sobre las propiedades terapéuticas de la marihuana, casos documentados estudios que demuestran que no hay aumento de consumo en menores en estados de Estados Unidos que han aprobado leyes de uso medicinal de esta planta, hemos abordado los efectos colaterales de la marihuana y su peligrosidad relativamente menor frente al alcohol y el tabaco y hemos señalado como mito pensar en la marihuana como puerta de entrada a drogas duras, porque no hay estudios científicos ni
10 años atrás
Por: Juan Fernándo Galán Senador de la República
Por: Juan Fernándo Galán
Senador de la República

En columnas anteriores hemos dado respuesta a las principales preguntas que resultan cuando pensamos en un marco regulatorio para la marihuana medicinal.

Presentamos evidencia sobre las propiedades terapéuticas de la marihuana, casos documentados estudios que demuestran que no hay aumento de consumo en menores en estados de Estados Unidos que han aprobado leyes de uso medicinal de esta planta, hemos abordado los efectos colaterales de la marihuana y su peligrosidad relativamente menor frente al alcohol y el tabaco y hemos señalado como mito pensar en la marihuana como puerta de entrada a drogas duras, porque no hay estudios científicos ni evidencia empírica que lo demuestren.

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Déjenme ahora escribir sobre los vínculos entre marihuana crimen y violencia. Muchos se preguntan: Será que regular la marihuana medicinal aumentará el crimen asociado al consumo de esta droga? Frente a este cuestionamiento, la evidencia científica recogida por la Fundación Ideas para la Paz (FIP) indica que no hay estudios que asocien el consumo de marihuana con comportamientos violentos por parte de sus usuarios; de hecho, en estados como Colorado se encontró una disminución en la estadística de delitos luego de la entrada en vigencia de la regulación medicinal.

En realidad, los estudios sobre la conexión entre violencia y el consumo de marihuana y de alcohol indican que la agresión que provoca en usuarios el consumo de marihuana es casi inexistente cuando se compara con la tendencia al comportamiento violento que provoca el abuso de alcohol o de drogas duras. Como lo ha escrito con claridad la FIP, no hay evidencia sobre que el consumo de marihuana conduzca a más violencia.

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Por este y los hallazgos conclusivos de las columnas anteriores , la meta de un marco regulatorio para la marihuana medicinal debe estar enfocada en la salud pública y dirigida a buscar alternativas de tratamiento para enfermedades que hasta la fecha no han podido curarse con el conocimiento tradicional, a desarrollar un enfoque compasivo hacia pacientes terminales que les garantice calidad de vida durante sus últimos días y al mismo tiempo control de las consecuencias no deseadas, protegiendo a la niñez frente al consumo temprano, limitando el comercio excesivo de esta sustancia y sancionando no el consumo pero si la comercialización de esta planta en mercados no medicinales.

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