Recordando a Soad, la Turquesa Morena

Por: Mario Sánchez Arteaga

Mario Sánchez Arteaga, columnista.

Cuando la conocí personalmente quería descifrar qué había detrás de esa misteriosa mirada, onda y profunda, melancólica y con un espejo de ternura en sus retinas. Parecía no reírse a menudo, de vez en cuando le salía una sonrisa de medio lado y muy contada una que otra carcajada.

Caminaba como miraba, así como queriendo perpetuar el presente y alentarlo lo más posible. Hablaba pausado, con una tonalidad rítmica que cautivaba a quien la escuchaba; descrestaba con la sapiencia que los años le habían cargado a su intelecto. Quizás físicamente no representaba lo que su alma afloraba, bella y señorial e irreverente en sus posturas frente a la mujer en la sociedad. Así era Soad Louis Laka, La Turquesa Morena.

Su vida se destacó en romper esquemas y estereotipos, nadar en contra de la corriente y sin importar el qué dirán, sabía que muchos la criticaban y eso le restaba. Buscó siempre su felicidad y la halló en las letras, su familia y sobre todo el amor. Su camino tuvo flores y espinas, las primeras nunca le faltaron, las segundas marcaron heridas que supo sanar.

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Nacida en Ciénaga de Oro – Córdoba en septiembre 23 de 1952, descendiente de inmigrantes árabes, los cuales sellaron en ella sus costumbres y arraigos ancestrales, sobre todo la rica gastronomía que fusionó con la culinaria vernácula del caribe colombiano.

Las mujeres de su época, sobre todo las que se hacían llamar “de sociedad” le reprochaban las tertulias literarias a las que asistía donde ella era la única fémina, pero el placer y la pasión de compartir los conocimientos extraídos de libros, de literatura gruesa, y sus primeros escritos, estaban por encima de opiniones ciegas en un entorno que en ese entonces veía a la mujer exclusivamente para los quehaceres del hogar.

Su afinidad por las letras y el arte se originó desde pequeña, con el paso de los años se hizo escritora de cuentos y relatos, se adentró en investigaciones y se sumergió en la poesía. Escribió para las revistas Café Literario, El Túnel y Puesto de Combate. Su obra se plasmó en los libros ‘Los caprichos de Dios’, ‘Razones de peso’, ‘La Lío y otras mujeres’ con el que logró el Premio Plaza y Janés y su última producción literaria ‘Los emigrantes árabes en los valles del Sinú y Sabana’. Su pluma también quedó impresa en los principales medios de prensa escrita del país como El Universal, EL Heraldo, El Tiempo, El Espectador, Vanguardia Liberal y El Colombiano. Se convirtió en el referente más visible del liderazgo femenino en la cultura de la región.

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Para muchos Soad ha sido la escritora cordobesa más influyente en el departamento de Córdoba. Vale la pena resaltar que quizás su mayor legado estuvo relacionado como Gestora Cultural, oficio que le permitió desempeñarse como Secretaria Departamental de Cultura, dejando una huella imborrable y hasta ahora insuperable (con el respeto de quienes han ocupado el mismo cargo) con una amplia labor en el rescate musical, de tradición oral, producciones literarias y arte en general en la región. Defendió a capa y espada el presupuesto cultural del departamento.

En una ocasión, ya en sus últimos años de vida, participé de un almuerzo árabe organizado por ella. Asistieron el periodista Carlos Marín y el escritor Alberto Salcedo Ramos. Fueron 3 horas de buena comida, pero sobre todo una rica tertulia donde nos enseñó fotografías con Gabriel García Márquez y grandes personalidades de la cultura colombiana, Consuelo Araujo Noguera, Rafael Escalona entro otros. Nos habló de cómo los árabes entraron por el Sinú y los secretos de la gastronomía libanesa, además chicaneaba con fotos de su juventud donde sabía que gozó de una belleza exótica y admirable. Tuve la oportunidad de liderar un conversatorio con ella en la Feria de la Lectura “Un río de libros” en la ciudad de Montería en 2016, donde se evidenció su pasión por la obra de Manuel Zapata Olivella, David Sánchez Juliáo y el músico Pablito Flórez.

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La inclemente pandemia del Coronavirus apagó la vida de Soad Louis Laka el 26 de agosto de 2020. Pasarán muchas generaciones que recordarán la sonoridad de su nombre, en un legado que está escrito con tinta indeleble en el libro de la eternidad. Siempre recordaremos a la Turquesa Morena.