Aumentar la productividad puede, en teoría, reducir las disparidades de ingresos, pero surgen dudas legítimas sobre cómo se logra y se distribuye esta mejora. La incertidumbre gira en torno a si la productividad empresarial, impulsada por factores internos, puede realmente combatir eficazmente las desigualdades de ingresos. Aquí se presentan algunas razones para cuestionar esta relación:
Una preocupación clave radica en la distribución desigual de los beneficios, ya que un aumento en la productividad no garantiza que estos beneficios se compartan equitativamente entre los trabajadores. En muchas ocasiones, los altos ejecutivos y accionistas pueden beneficiarse más que los empleados de nivel básico, lo que no contribuye a la reducción de las desigualdades de ingresos.
La formación y las habilidades de los trabajadores también influyen en la productividad. Aquellos con habilidades y educación avanzadas tienden a contribuir más, lo que podría exacerbar las desigualdades si aquellos con acceso limitado a una educación de calidad quedan atrás.
Las empresas pueden aumentar la productividad a expensas de las condiciones laborales o los derechos de los trabajadores, lo que podría empeorar la calidad de vida de los empleados y no abordar las desigualdades de ingresos. Esto incluye recortes salariales o la explotación de los trabajadores en busca de ganancias de productividad.
Las desigualdades de ingresos pueden ser influenciadas por factores macroeconómicos como la política fiscal, la distribución de la riqueza, las tasas impositivas y la globalización, lo que podría tener un impacto más significativo que los esfuerzos empresariales individuales para aumentar la productividad.
Los esfuerzos para aumentar la productividad a veces pueden tener efectos secundarios negativos, como la degradación ambiental o el agotamiento de recursos naturales, contribuyendo indirectamente a la desigualdad.
Además, la automatización y los avances tecnológicos, aunque pueden aumentar la productividad, pueden eliminar empleos y ampliar la brecha entre trabajadores cualificados y no cualificados.
La efectividad de esta vía depende de cómo se aborden estos desafíos y de la implementación de políticas y prácticas empresariales que fomenten la equidad en la distribución de los beneficios de la productividad.
En este contexto, el trabajo de Vanessa Alviarez, economista investigadora del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), es esclarecedor. Alviarez propone que las políticas destinadas a reducir las brechas de productividad entre las empresas pueden mitigar la desigualdad global. Según su investigación, aproximadamente el 40% de las diferencias en los ingresos per cápita entre países se explican por la productividad intrínseca de las empresas, mientras que el 60% restante se atribuye a factores específicos del país, como infraestructura, instituciones y fuerza laboral.
Esto sugiere que las políticas que fomenten la innovación y el desarrollo de las capacidades empresariales podrían tener un impacto significativo en la reducción de la desigualdad mundial. Sin embargo, también resalta la importancia de mejorar factores locales, como infraestructura, calidad institucional y educación, para aprovechar plenamente el potencial de crecimiento de las empresas y promover un desarrollo económico inclusivo y sostenible.
Por su puesto también hay otros autores a tener en cuenta, como el profesor de economía Princeton Esteban Rossi-Hansberg, que ha desarrollado modelos para estudiar cómo el comercio afecta a la productividad, el empleo, los salarios y el bienestar de las regiones y los países. Pero el mensaje que espero dejar es que las políticas públicas en ámbitos subnacionales, a propósito de las elecciones de mandatarios locales este año, deberían enfocarse inicialmente en la promoción de la educación y capacitación accesible y de calidad para la fuerza laboral; segundo, en la creación de un entorno empresarial favorable a la innovación y al emprendimiento; finalmente, en abordar las desigualdades interregionales y fomentar la inclusión económica en áreas menos desarrolladas, pensando en un crecimiento económico realmente sostenible.
*Consultor en Competitividad | Desarrollo Económico | Gerencia Estratégica