No podemos enfermar la salud

Por Carlos Ordosgoitia Sanin
1 hora atrás

El cierre del año 2024 nos presenta un panorama sombrío para el sector de la salud en Colombia. A medida que nos acercamos a 2025, es imperativo tener claro que no se puede construir destruyendo. Aunque hay muchas iniciativas para mejorar el sistema, los efectos colaterales han comenzado a desestabilizarlo de manera peligrosa.

De acuerdo con el reciente comunicado de la Mesa Gremial y de Pacientes del Sector Salud, conformada ante la crisis del Sistema de Salud, los pacientes y usuarios son los primeros en sentir las consecuencias. Durante este año, las quejas ante la Superintendencia Nacional de Salud crecieron un 36.82%, alcanzando cifras sin precedentes en la última década. Con un total de 186.192 quejas, el sistema evidencia una falla estructural que impide el acceso adecuado a servicios de salud esenciales, como el suministro de medicamentos y las tecnologías médicas.

Las acciones de tutela han aumentado un 30% en comparación con el año previo, reflejando la desesperada búsqueda de los ciudadanos por la protección de su derecho fundamental a la salud. Se ha llegado a niveles en los que procedimientos urgentes y la entrega de tratamientos vitales son retrasados, afectando la calidad y oportunidad de la atención.

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Este crítico estado se agrava por la crisis financiera que enfrenta el sistema. Un déficit presupuestal persistente, acrecentado por recortes fiscales considerables, amenaza con colapsarlo. La implementación ineficaz del giro directo, ordenada por el Decreto 489, deja al sector en un estado de incertidumbre y falta de transparencia en el uso de los recursos asignados.

Los efectos de esta crisis no solo son financieros. El retardo en los pagos a prestadores de salud llevó a un aumento en la rotación de cartera, lo que afecta la capacidad de respuesta de las instituciones prestadoras de servicios, tanto públicas como privadas. La deuda acumulada creció a pasos agigantados, pasando de 16.8 a 18.9 billones de pesos en solo seis meses.

Parte del problema radica también en la situación del talento humano en salud. Los trabajadores enfrentan condiciones laborales precarias, con un alarmante 78% de las quejas dirigidas a las instituciones privadas en comparación con las públicas y mixtas. Bogotá, junto con otras ciudades principales, lidera las estadísticas de insatisfacción.

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Las modificaciones contractuales perjudiciales y el fin abrupto de contratos para los trabajadores del sector salud son solo algunos ejemplos de cómo la crisis afecta a quienes están en la primera línea de atención. Además, el descontento se distribuye equitativamente en todo el país, afectando a un número significativo de municipios.

Frente a este panorama, resulta imperativo que todas las partes involucradas trabajen hacia soluciones sostenibles que no destruyan el núcleo del sistema que se pretende reparar. Solo un enfoque basado en la transparencia, la eficiencia en el uso de recursos y el fortalecimiento del personal médico y asistencial permitirá revertir el deterioro actual. Mientras tanto, el llamado es a entender que cualquier reforma debe tener siempre como prioridad el bienestar de los pacientes y el personal de salud.

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Es crucial recordar que el sistema de salud colombiano no carece de fortalezas. Un estudio de 2022 por la Asociación Colombiana de Hospitales y Clínicas destacó a Colombia como uno de los países con un buen sistema de salud en América, fortalezas que incluyen una cobertura que alcanza al 95% de la población, mejoras significativas en la calidad desde 1993, y un enfoque inclusivo que permite el acceso a atención médica sin importar el nivel socioeconómico. La esperanza de vida en el país también se mantiene en niveles saludables, reflejando la eficacia del sistema en general. Estas características son la base sobre la cual cualquier mejora del sistema debe construirse.

Reconociendo las fortalezas existentes y abordando las deficiencias con responsabilidad y visión de futuro, podremos avanzar hacia un sistema sólido y equitativo que verdaderamente nos sirva a los colombianos. No podemos enfermar la salud intentando curarla.