Hace 17 años voló de las montañas de Antioquia a la exuberante flora del Sinú una pájara extrovertida cargando un plumaje de sueños en sus alas. De aguas frías de quebradas cristalinas al grisáceo y caluroso mar del Golfo de Morrosquillo. Su canto alegre y contagioso se dio a conocer rápidamente en toda la comarca de Córdoba, dejando rápidamente una legión de amigos que la han perseguido en sus alocadas pero exitosas aventuras. Es Miriam Márquez, una bella paisa, arraigada a nuestras tierras, famosamente conocida como “La Pájara Pinta”.
En todo su trasegar por Montería ha liderado varios proyectos de emprendimiento que llevan un alto contenido cultural. Su amplia devoción a la lectura, a la música y alta sensibilidad al arte en general le ha facilitado moverse en este campo. Inicialmente emprendió con “La Pájara Café”, un lugar de buenos vinos y cafés, música agradable y tertulias fascinantes. Estuvo tres años en una esquina del barrio El Recreo. Luego abrió una tienda de talento local donde se encontraba de cuanto cachivache y artesanías, ubicada en un octavo piso de un centro comercial al mejor estilo europeo; este emprendimiento tuvo más vida y duró diez años.
Alterno a sus emprendimientos Miriam se desempeñaba como Columnista de un importante medio y realizadora radial en una emisora cultural. De este último doy fe de su pasión y la magia que emitió a los oyentes con contenidos de cultura universal. Su formación como Economista y Comunicadora Social lograron aterrizar y madurar más en los caminos a seguir, escribió el libro “Déjese querer por una loca” muy a su estilo versátil, de libre pensamiento e histrionismo en su actuar. No es cualquier pájara, no aterriza en cualquier nido, no pica toda fruta.
Hace unos cuatro años, en una de sus faenas de largas caminatas por las playas de Moñitos, donde frecuentaba a menudo debido a que tenía una casa que hoy convirtió en Hotel Boutique (Casa Aurora), en esas peregrinaciones comenzó a recolectar por Hobby, en compañía de nativos de la zona, toda la madera salada que el mar arrojaba a la orilla. Figuras estrambóticas que a simple vista no sirven para nada, o quizás se ven como un desecho más que viene de las profundidades. Así fueron pasando los días, meses y fue acumulando más y más figuras. Fue dándole vida a esa madera inerte, reciclándola, recuperándola bajo un proceso que ella misma iba explorando. Hoy Miriam o la Pájara Pinta como es más conocida, ha convertido esa madera en piezas de decoración y utilidad cotidiana, expuestas en tiendas y almacenes en las ciudades de Medellín y Bogotá; y ya comienza a recibir invitaciones para exposiciones fuera del país.
Actualmente tiene un taller donde se perfecciona la madera, debido a que ese regalo que el mar le da no solo arrastra trozos pequeños sino también de gran envergadura y requieren de un trato especial, acompañada de personas que ella misma ha capacitado para que esa “poesía que trae la madera en su tallado y grietas naturales no se vean afectadas”.
Después del café de la mañana, Miriam emprende su camino en una especie de curaduría para seleccionar la madera que ya el mar ha traído. En el proceso de recolección la acompañan dos personas. Luego viene un proceso de secado natural por varios días hasta quedar totalmente sin humedad, se hacen trazos para diseñar la pieza según su forma, el corte, se deja el brillo natural.
Fracciones funcionales de uso cotidiano que no solo se expongan en galerías como piezas escultóricas sino de uso funcional. Dentro de lo que más le solicitan son porta velas, porta flores, tablas como soporte de mesa. Este emprendimiento es basado en literatura taoísta, cuya finalidad se centra en la imperfección de las cosas, darle vida a la madera sin quitarle sus cicatrices.
La trayectoria de trabajar por años con artesanos le permitió abrir puertas a Miriam Márquez con esta nueva iniciativa que tiene dos componentes, cultural y ambiental. Su vuelo como pájara sigue tan alto como la primera vez, y donde quiera que anida todo lo pinta.