Polimatía es una palabra poco utilizada. Viene del griego polymathēs, palabra compuesta por: poly (varios o muchos), y mathēs, que deriva del verbo mantháno (entender o conocer). En este orden etimológico, entonces polimatía nombra a los seres hablantes que saben de muchas cosas, los cuales, por oposición, son lo contrario a los especialistas, aquellos que solo saben de una cosa y se jactan de ello.
En Colombia se ha venido tejiendo desde mediados del Siglo 20, la necesidad de estudiar, dado que uno de los estándares de la medición de los gobernantes en el país es la educación: cuántos inscritos, cuántos graduados, etcétera.
La intensión en sí misma no es mala, dado que el objetivo altruista del propósito de que todos pasemos por los planteles educativos, es la ilusión de que a través de la educación se reduzca la violencia, y aunque se diezmen las pulsiones con ello, esta solamente se atenúa, pero no desaparece.
Reposa silenciosa en la intimidad de cada quien, esperando transformarse en estados desconocidos para ella, con el objetivo de modificar lo innombrable de la tensión, del malestar que le causa el desajuste entre sus ideales y las realidades que el mundo le expone, en la materialización de lo intimo que produzca en su escape al exterior, algo que procure placer a quien padece de estos desencuentros.
Por ello vemos cómo, en la sociedad, de modo indiscriminado, de tiempo en tiempo e indiferente al estrato socioeconómico y al nivel de educación de quien materializa el acto, explosiones de violencia que dan cuenta de los grados de tensión que padecen los sujetos que la producen, lo cual nos hace preguntar por la educación como dique de su manifestación y sus fisuras en la contención de la pulsión en aquellos que les cuesta menos mostrar su propio horror, que realizar elaboraciones de la belleza.
El ideal social de la educación se desdibuja, en esos momentos en que el horror declara en la sociedad su inconformidad subjetiva con ella y presenta lo mas puro de su inenarrable naturaleza.
A lo sumo, uno de los más profundos aportes de la educación en el sujeto es la lectura. Ella permite que eso ominoso y desconocido por cada quien, halle reposo en las palabras que le alientan a la construcción de significantes menos pavorosos, a quienes en su interior, ni se comprenden ni se puede apaciguar por sí mismos.
La lectura no es homogeneizante. Por el contrario, ella permite refrescar los imaginarios de cada sujeto y su efecto es la posibilidad de que cada quien edifique un mundo para sí mismo según sus propias carencias, lo cual le procura, si no paz, por lo pronto reposo, a la imposible tendencia de estandarización social.
Por ello, cuando se le plantea a un niño una construcción de su imaginario donde su preescolar, su primaria, su secundaria, su técnica, su pregrado y su especialización se enfocan más en los intereses de quienes lo orientan y no en la escucha de sus necesidades o de sus búsquedas, se presenta en la sociedad, el desgaste de los sujetos que hacen las cosas por que las tienen que hacer, más no porque les nace hacerlas.
Sin embargo, en los fines de homogeneización, el efecto surte su propósito cuando en una sociedad como la nuestra, se logra consolidar un imaginario social en el que quien estudia es el más cercano a solucionar todos sus problemas, al punto que en este país se presentan casos de personas que sin notarlo han pasado el mayor tiempo de su vida recibiendo instrucción formativa que disfrutando de lo que creen que les gusta hacer.
Personas que con maestría y doctorado han leído solo lo que les llevó a la profundización del saber más específico que han adquirido, poniéndolos en conflicto con los otros, al no poder comprender que las lecturas del más del grueso de nuestra población, a lo sumo ,han mal culminado su secundaria, lo que traduce que si no leyeron los clásicos que se proponen en la secundaria, escasamente leerán la prensa o una que otra revista.
Quizá el grado de malestar social para esta persona tan especializada lo lleve a pensar que con un pos doctorado, sí obtendrá la comprensión de su dedicación. Pero, esta persona que ha vivido más de treinta años leyendo para defender su idea obsesiva no solo de saber sino de defenderse de la sociedad a través de su hinchado ego que busca reconocimiento con su “ultra” especialización, no alcanza a entender que en su atomizado recorrido lector, lo que ha logrado es alejarse de todos los que lo puedan amar, porque se permite disfrutar de las cosas sencillas de la vida.
También existe la violencia pasiva, esa que socialmente no causa estragos pero subjetivamente hace padecer a quien la alimenta.
Leonardo da Vinci fue un polímata, él ejerció la pintura, la anatomía, la paleontología, la arquitectura, la botánica, el dibujo, la escultura, la escritura, la filosofía, la ingeniería, la música, la poesía, el urbanismo, inventó y se permitió hacer experimentos a través de los postulados de la ciencia.
Si a Leonardo lo ponemos a encajar en un perfil, Leonardo no encajaría en un perfil de un headhunter, dado que la “ultra” especialización, pensar como caballo cochero y obedecer a quien no sabe hacer pero que manda hacer lo que no sabe hacer, es la apuesta de un mercado laboral cada vez más reducido, más exigente y más custodiado por el semblante de una sociedad que necesita que funcione, pero no se preocupa por las sístoles y las diástoles de quienes respiran para que ella no termine de agonizar.
Estudiar no es malo. Pasarse la vida estudiando sí es cuestionable. Sobre todo en términos de costo-beneficio, dado que muchos se ilusionan con los diplomas para asegurar su vida laboral y estos al no encajar en los perfiles requeridos por el mercado laboral, generan depresiones y heridas narcisistas difícilmente reparables.
Se ha de estudiar por gusto propio, no porque una sociedad lo estipula. Si se va a “ultra” especializar, tenga presente que en la medida en que profundice en ese conocimiento, más se alejará del número de personas con las que puede hablar sobre temas coloquiales, pues tenga presente que a usted y a unos cuantos solamente le interesará su especialidad, dado que el tiempo de quienes no conocen su especialidad es más amplio y el imaginario de usted es más reducido.
Así, leer es la terapia más refrescante para no sentirse solo e incomprendido. Leer novelas es ampliar el imaginario, es vislumbrar la psicología del ser hablante. Estudiar con “fe ciega” es no pensar en los gustos propios, es ponerle trampas a la pulsión, por eso no es extraño que ella se desborde y se torne ambiciosa cuando encuentra un escollo para vaciar su mal-estar.
A lo sumo, Leonardo fue un apasionado de la vida. Experimentó e hizo casi todo lo que se permitió hacer. Hoy los que limitan la polimatía, son los asesinos de Leonardo, son los que con sangre fría y pensando en un poder que no sabe de creación ni de creatividad sino de produccíon, resultados y repetición de la estupidez, le dicen: “¡Usted no encaja en nuestro perfil!”.
No se preocupe, si ya naufragó o está próximo a naufragar, tenga presente que la lectura lo puede consolar, más si se trata de una novela, ese vallenato largo que tanto escribió gabo de múltiples maneras.
Twitter: @MARCOS_V_M
Es triste el ver como la mayoria de las personas hoy en dia se preocupan por obtener titulos “cartones” simplemente por que ka sociedad asi lo exige.. al final es sentir el vacio de haber perdido tanto tiempo de sus vidas en algo que en realidad no satisface mi necesidad como ser hablante.. pues dejamos de lado cosas sencillas pero valiosas y entremos en una confrontacion del mercado laboral….
En colombia estudiar, es el ideal de todos los seres pues con ello se considera la obtencion de un buen cargo y salario, pero en muchos casos lastimosamente no es asi , convirtiendose esta situacion en algo frustrante, mientras que otros sin desgastarse estudiando obtienen titulos falsos y suben a altos cargos politicos con el fin de aprovecharse de grandes proyectos…
Muy importante recordarnos que no son los títulos los que deben definir nuestro nivel de conocimiento sino nuestra forma de enfrentar cada etapa de la vida, la manera de sortear los obstáculos que se te presentan con resiliencia y aprendiendo de cada caída. Muchas veces perdemos nuestro norte y olvidamos que nada nos llevamos de este mundo, al comprar la idea que entre más títulos más dinero ganamos, abandonamos lo verdaderamente importante que es la familia, a quienes amamos ningún momento es más hermoso que ese en el que estuviste con tu familia y te reíste hasta que te dolió, o el paseo familiar que te dejo más bellas anécdotas de las que puedes contar, si es importante estudiar y ni decir de trabajar pero perder la vida en ello.