FOCUS
Dinámica de la educación formal.
En la forja de una marca personal, es importante identificar desde dónde habla uno. Usualmente uno cree que habla desde sí mismo, pero el recorrido y la experiencia de escuchar, constata que la más de las veces, cada sujeto habla desde el Otro (familia, amigos, sociedad o figura de autoridad), ya sea porque su identificación con éste es tan fuerte, que su cosmovisión es la prolongación de él, o porque su grado de dependencia afectiva es tal, que sólo actúa para responderle a él todo lo que él quiere escuchar, con tal de ser aprobado siempre.
Esta forma de obrar no es gratuita. A lo sumo, se la debemos a los años de educación formal o no formal que recibimos. De una manera cruda, nos educan para obedecer y no para pensar.
El sujeto no es consciente de la educación que recibe en su hogar, porque dicha educación se da por identificación. Nos guste o no, el ejemplo educa.
Sin embargo, el sujeto sí tiene presente cómo es formado en su escuela, dado que allí él se encuentra en un estado de vulnerabilidad frente a un otro, al que desde el principio, ha de nombrar como profesor.
La lectura que hace el sujeto en dicha posición, es que el otro es la autoridad y también es el saber, llevándose así la impresión de tener que responder a lo que éste le pide, por su jerarquía, más no porque conversando con él, puede aprender.
La educación y la transmisión de conceptos se tornan, dentro de la cotidianidad formativa, en un asunto de responder al otro. Un otro que de modo inconsciente se va edificando –por parte del estudiante-, como un Otro (figura de autoridad), quien si no tiene la razón, o no sabe escuchar-comprender, por lo pronto, sí tiene poder.
Corolario de ésta escena: la sociedad obtiene un sujeto sumiso en su pensamiento, aunque en ocasiones sea rebelde en sus acciones, como consecuencia de su resistencia al sometimiento.
La anfitriona ausente.
La educación, quien ha de ser la gran anfitriona del deseo de saber, se torna en una transmisión de conceptos, los cuales, según cada profesor y su metodología, serán interesantes o aburridos para el estudiante.
Según la energía y el compromiso que cada profesor tenga con el tema de su cátedra, el estudiante se identificará con el deseo de ese profesor, quien encontró en ese lugar del saber, respuestas a las preguntas que se hace ante la vida.
Es decir, la responsabilidad del profesor es construir con su acto de enseñar, el deseo de saber. Sin embargo, muy a pesar de quien aquí escribe, se observa cómo ni los estudiantes quieren saber, ni los profesores tienen deseo de enseñar.
Es como si ambos se encontraran porque les toca responder al Otro social, sólo por el compromiso que impone éste frente a la escena que los conjuga y nada más.
Luego, en un escenario donde el estudiante se resiste a saber, y el profesor no enseña por vocación, lo que menos está presente es el deseo de la educación. Sólo queda en ese escenario el vacío, la falta de deseo por parte del profesor, y el sometimiento a la estupidez por parte del estudiante.
Si mi lectura no es ajena a la realidad, encontramos en los resultados de lo cotidiano, un sujeto que no piensa por sí mismo.
Quizá, por su buena memoria y por el refuerzo positivo que el profesor le da al estudiante, al ponerle la mejor nota. Por una parte, para que el estudiante no mueva al profesor de la zona de confort en la que se ubicó: transmitir lo que ya sabe, sin investigar más sobre el tema. Y por otra parte, el estudiante llega a creerse dicha “bondad”, sin cuestionarse por qué es tan fácil repetir lo que el otro le pide que repita.
Tenemos así a un sujeto sin palabras propias dispuesto a obedecer, a hacer todo lo que le piden que haga, de la manera en que el protocolo lo establece, pero un incapaz de proponer nuevas ideas.
Sujetos formados así, son los que entran a una sociedad a aportar con su mano de obra calificada -por un centro educativo reconocido legalmente-, o no calificada -pero sí reconocida por su experiencia en el campo de su desempeño-, de un modo obediente, donde la estabilidad de hacer las cosas como se hacen le dará tranquilidad a quienes los utilizan, los someten o los esclavizan, en un pensamiento de la operatividad de las funciones.
¿Usted sabe quién es?
Estos sujetos no saben quién son. No les enseñaron a reflexionar, no les enseñaron a criticarse, a evaluarse, a repetir la tarea para superar sus errores.
Son sujetos que en manos de un mal profesor, llegaron a creer que lo que el Otro les decía era verdad, y por ello, permitieron que los descalificaran sin pensar que quizá, era el temor del profesor a que el alumno lo superara, el que limitó la luz y el deseo de saber de quien puede llegar a transformar el mundo.
En marca personal es decisivo saber quién es usted. ¿Usted es lo que el otro quiere de usted, o usted es quien tiene algo que aportarle a la humanidad?
Al llegar aquí, no se trata de la educación que usted recibió. Se trata de la posición que usted asuma de ahora en adelante para redimir los impases y capitalizar el tiempo y la experiencia vivida siendo y haciendo lo que el Otro quería de usted.
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