Lecciones del paro armado

Por Deibys Palomino @deibysmanuel Después de las horas aciagas, dictadas por el pánico, desatado vía redes sociales, que vivimos los cordobeses por el paro armado del denominado Clan Úsuga, varias lecciones dejó este en la sociedad, las autoridades y medios de comunicación. Horas previas a la hora cero señalada vía panfletos y audios distribuidos y propagados rápidamente vía redes sociales, las autoridades en Córdoba emitieron mensajes de calma para que no cundiera el pánico. Subestimaron las amenazas que rápido calaron en la sociedad. Ya la inatajable telaraña había tejido el rumor en todos los ámbitos, sin que nadie de esa
9 años atrás
Deiby Palomino
Deiby Palomino

Por Deibys Palomino
@deibysmanuel

Después de las horas aciagas, dictadas por el pánico, desatado vía redes sociales, que vivimos los cordobeses por el paro armado del denominado Clan Úsuga, varias lecciones dejó este en la sociedad, las autoridades y medios de comunicación.

Horas previas a la hora cero señalada vía panfletos y audios distribuidos y propagados rápidamente vía redes sociales, las autoridades en Córdoba emitieron mensajes de calma para que no cundiera el pánico. Subestimaron las amenazas que rápido calaron en la sociedad.

Ya la inatajable telaraña había tejido el rumor en todos los ámbitos, sin que nadie de esa red criminal hiciera el puerta a puerta. La madrugada del jueves 31 de marzo, varios municipios se adormecieron en su dinámica cotidiana: comercio cerrado, transporte intermunicipal paralizado, alumnos devueltos, y la familia recogida.

Mientras tanto, la capital Montería lucía inmune ante las amenazas. La mañana del 1 de abril ocurrió lo que la noche anterior se temía. Las redes sociales funcionaron, para mal. Cuando se oficializó la visita presidencial, entonces sí aparecieron las redes urbanas de carne y hueso; con armas en mano intimidaron hasta provocar el cierre del comercio para dar inicio al aciago día que quedó inscrito en la historia de Montería.

En medio del caos fomentado en redes y recreado en medios de comunicaciones, aparecieron los mercaderes que desempolvaron fotos y videos viejos para contaminar la nube como eventos asociados al paro armado.

Mensajes, tags y trinos circularon sin parar. Los teléfonos celulares reventaban de contenidos asociados al suceso. También hubo falsas alarmas por artefactos que nunca explotaron. Muertos que nadie lloró, como el infame montaje de una supuesta universitaria asesinada.

De todo esto sacaron jugo quienes disfrazaron su anti-gobiernismo con indignación, porque en estos tiempos es políticamente rentable, más que la mermelada, caerle al gobierno de Juan Manuel Santos.

Terminado el consejo extraordinario de seguridad encabezado por el presidente Santos vino lo impensable: el gobernador de Córdoba, Edwin Besaile, declaró no haber garantías en Montería para la marcha uribista del 2 de abril. Desafortunado mensaje para algunos sectores, políticamente calculador para otros.

Aún con visita presidencial, Montería y una vasta parte de Córdoba siguieron espantados por el fantasma Úsuga; no se sintieron blindados en medio del despliegue militar dispuesto para cuidar al presidente.

Ido el primer mandatario las calles fantasmas predominaron. En medio de la penumbra comenzaron a regarse los hombres de camuflado para espantar la zozobra que reinó en dos días.

Para el grueso de la opinión, eso debió hacerse previo a la hora cero. Adelantarse al acontecimiento que subestimaron y que obligó al alcalde de Montería, Marcos Pineda, a devolverse de donde estaba y a enviar el angustiado llamado al presidente de Colombia.

Entre las lecciones, para no volver a repetir quedaron el lesivo rol que jugaron ‘radio bemba’ y los replicadores de redes sociales: no todo lo que figura en la nube virtual debe ser dado por cierto. Nos pasó como en el cuento de Gabo: Algo muy grave va a suceder en este pueblo.

A las autoridades desplegar todo el aparato humano y logístico disponible para prevenir, y en el mejor de los casos, frenar acontecimientos como este.

Lo bueno, después del enorme daño que provocamos los mismos cordobeses, fueron la indignación y el sentimiento de amor que por Montería y Córdoba afloraron, que ni en los tiempos de barbaries paramilitares, ni guerrilleras se produjeron.

Pregunta: ¿las redes sociales son el nuevo cuarto poder?

PD: cuando el pueblo macondiano huyó despavorido la protagonista del cuento de Gabo dijo: Yo dije que algo muy grave iba a pasar, y me dijeron que estaba loca.