La mujer y su autocuidado desde una perspectiva de derechos

Por: Janedid Gaitán Ruiz | Profamilia


Opinión. ¿Qué es promoción de la salud?  Mediante el transcurso de la vida, esa definición fue tomando forma y pude comprender que es el “proceso que consiste en proporcionar a los pueblos los medios necesarios para mejorar su salud y ejercer un mayor control sobre la misma”. (Carta de Otawa, 1986).  Permitiéndole a la población alcanzar su máximo bienestar, guardando lo señalado el 7 de abril de 1946 cuando se promulga el concepto de salud por la Organización Mundial de Salud como: “Un estado de bienestar físico, mental y social y no simplemente la ausencia de una enfermedad o padecimiento”.

La salud es un concepto que involucra muchos aspectos pero el que más me llamo la atención fue el autocuidado de nuestra salud, que lo aprendemos desde niños/as cuando nuestras madres y maestros (seno familiar y escuelas), nos enseñan hábitos básicos como: lavarse las manos, cepillarse los dientes, dormir durante ocho horas entre otros. Pero no lo vemos en el concepto como tal de autocuidado y del derecho, se le conoce como hábitos y costumbres que son buenos que se realicen.

En los últimos años, y se podría afirmar que aproximadamente desde la década de los noventa, es muy satisfactorio y alentador percibir que el  ámbito de la salud de las mujeres se viene llenando de principios, fundamentos y políticas, que han reorganizado desde los estudios de género, los enfoques iniciales que se otorgaban a la atención en  salud de la mujer, que en principio eran orientados por el predominio de una cultura patriarcal que se había limitado a la gestación, la fecundidad y la conformación de una familia. Así mismo gracias a las organizaciones, movimientos sociales, ONG´s y grupos feministas, se han creado políticas públicas que abogan por la dignidad y la defensa por los derechos de la mujer cambiando el paradigma y girando en torno a una defensa de sus derechos.

La salud también se teje a través del afecto, las ternuras, la armonía entre seres humanos, la naturaleza, el respeto por las decisiones, la diversidad y las satisfacciones personales (amor propio), los sentimientos positivos son como corrientes  que enriquecen la vida, protegen la propia salud y por supuesto la de los demás en la medida en que se expresan recíprocamente. Las manifestaciones cariñosas, las caricias sustentadoras, la ternura, las palabras afectuosas actúan como tranquilizantes hasta como analgésicos y constituyen una valiosa ayuda para vivir.

Y desde una  dimensión más personal,  procurar y respetar tiempos para sí misma; reconocernos en nuestras potencialidades; regalarnos momentos placenteros; recrearnos desde la expresividad de nuestros sentires y deseos; crearnos espacios para la intimidad; ejercer conscientemente practicas y estilos de vida saludables; valorar el propio cuerpo; procurarnos momentos lúdicos;  cultivarnos intelectual, artística y culturalmente; propender nuestro  sentido de pertenencia por ser mujer , continuar dignificándonos  desde todos los ámbitos, laboral, educativo, recreativo, sexual, religioso… es decir en todo nuestro diario vivir y en toda su máxima expresión.

Tomar decisiones, desde una perspectiva de género, relativas a intereses personales, a realizar lo deseado/postergado y reconocernos como sujetas de derechos. A estimular sentimientos de autoestima al reconocernos como mujeres afirmadas, con fortalezas e intervenciones asertivas en todo lo que compete con la propia vida.

Las mujeres tenemos el derecho al ejercicio del poder en donde la sexualidad se convoque a partir del respeto y de la dignidad en el propósito de convertir los sueños en posibilidades reales de convivencia, a valorar el derecho a la salud, los derechos sexuales/reproductivos y las libertades que el desarrollo humano rescata, para ampliar las posibilidades en mujeres y los hombres de vivir una vida basada en el respeto, valores y principios.