Julio -cambiamos su nombre para mantener su anonimato-, es un joven de 17 años. Vive con su mamá en el barrio el Poblado de Sincelejo. Trabaja en la Plaza de Mercado desde los 12 años cargando y descargando mercancías. Déjenme repetirlo con mucho énfasis: trabaja desde los 12 años. ¿Qué tal si fuera su hijo, sobrino o amigo?
Cuando lo hace gana al día entre 20 y 25 mil pesos. No todo lo que gana lo lleva a su casa para sostener su hogar. Julio reconoce que antes de iniciar el día va a consumir droga. Hace parte de su rutina, o al menos así lo mencionó. Lo dijo en medio de una sonrisa con un toque de culpa, mientras miraba hacia al piso como un síntoma de vergüenza. Pero al mismo tiempo, mencionó desde el corazón que “algún día tengo que dejarla” y repitió con vehemencia, “de que la dejo la dejo”.
No lo culpo. Julio ha tenido que escuchar muchas veces el sonido del esfuerzo. ¿Qué harían ustedes en su caso? Está atrapado en un mundo que demanda siempre oportunidades. Un mundo ubicado al otro lado de la variante donde se traza -hacia el oriente- una línea invisible de asentamientos de personas en condiciones de pobreza. Casi 1 de cada 3 sincelajanos son pobres.
Bueno. Ya sabemos que Julio se ha dedicado a trabajar los últimos 5 años. ¿Qué consecuencias trae esto? Voy a mencionar solo una. Julio no ha ido al colegio hace unos años. De hecho no ha cursado el bachillerato, y con ello se van alejando sus oportunidades cada vez más. La educación es el camino para evitar caer en el circulo de pobreza.
El caso de Julio es la muestra de una batalla que estamos perdiendo como sociedad. Digo perdiendo porque sino podemos defender a nuestros niños, niñas y adolescentes, entonces ¿a quién?. Según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística -DANE, Sincelejo tiene la tasa de trabajo infantil más alta del país. Lo menciono de otra forma. Sincelejo tiene la mayor tasa de personas entre los 5 y los 17 años trabajando. 1 de cada 10 lo está haciendo. Así lo establece el último estudio sobre mercado laboral infantil que analiza a 23 ciudades y áreas metropolitanas en Colombia.
Tabla. Trabajo infantil en 2017.
Julio asegura que nunca ha recibido ayuda del Estado. Aquí radica el principal problema. El Estado debe plantear soluciones. Por ello surgen un montón de preguntas. Señalo algunas: ¿Cuál es la estrategia pública para detener el trabajo infantil en Sincelejo? ¿Cuánta plata se está invirtiendo? ¿Cómo garantizar que jovenes como Julio puedan regresar al colegio? ¿Cómo garantizar oportunidades para las familias? ¿El Alcalde sabe de esta realidad? Y si lo sabe, ¿Por qué esta problemática no está en el debate público? ¿Cuántos debates de control político ha hecho el Concejo para encarar esta problemática? ¿Cómo mejorar la coordinación de todas las instituciones para construir un frente que combata esta problemática?
El trabajo infantil no es un juego de niños. Si no se hace nada ahora, la bomba social será más difícil de controlar. Por ahora, tenemos a nuestros niños, niñas y adolescentes trabajando. Les estamos quitando la opción de disfrutar de su niñez y adolescencia.
Mientras el Alcalde insiste en vender un cambio con el simple hecho que está reparando una que otra calle, hay niños, niñas y adolescentes que trabajan para obtener la comida diaria. Más bien dejemos de lado la cortina de humo que el Alcalde nos vende, y hagamos un frente común para atender esta problemática. Las grandes transformaciones de la sociedad se miden cuando nos enfocamos en las personas y no el cemento. Digamos un rotundo NO al trabajo infantil en Sincelejo. No podemos perder esta batalla.