El cambio climático no es únicamente una amenaza ambiental; claramente es un desafío económico global de dimensiones históricas; flaco favor hace el alto contenido ideológico con el que se cargan en muchas ocasiones las discusiones sobre un asunto de la mayor complejidad e importancia; y es que la intensificación de los fenómenos meteorológicos derivados del cambio climático no hacen distinción sobre si el gobierno de determinado país es de derecha, izquierda o centro, simplemente suceden y las economías de los países afectados enfrentan un panorama incierto marcado por la destrucción de infraestructura, interrupción en las cadenas de suministro, aumento en los costos asociados a la mitigación y adaptación; el cambio climático estimados lectores no discrimina; afecta tanto a países desarrollados o en desarrollo; eso sí, los más vulnerables pagan el precio más alto.
Las pérdidas económicas son evidentes; según un estudio del Instituto Canadiense del clima para el 2025 Canadá sufrirá perdidas por 25 Mil millones de dólares en relación con un escenario de clima estable; esto equivale al 50% del crecimiento del PIB previsto para 2025, de otro lado en Ontario un estudio publicado por la oficina de contabilidad financiera muestra que el mantenimiento de la infraestructura de transporte público costará 1.500. Millones de dólares más en los próximos años; estas son sumas para nada despreciables.
En el caso colombiano, según cifras del banco mundial, el cambio climático podría reducir en un 2.5% el PIB del país, según el mismo banco mundial, Colombia debería invertir alrededor de $92.000. (NOVENTA Y DOS MIL MILLONES DE DÓLARES) con la finalidad de hacerle frente a los impactos del cambio climático; cifras que causan escalofríos en un país como el nuestro.
Es absolutamente claro que el cambio climático agrava las desigualdades económicas existentes, las comunidades rurales y los pequeños productores agrícolas que dependen de las condiciones climáticas para sobrevivir enfrentan la mayor carga; de forma similar las poblaciones vulnerables en zonas de riesgo como por ejemplo en La Mojana y el Chocó sufren inundaciones recurrentes y la perdida de sus hogares; estas personas no cuentan con seguros ni acceso adecuado a mecanismos de recuperación económica.
El escenario cuando se dimensiona y comprende es aterrador; no obstante en el caso de Colombia muy a pesar de estos desafíos; el país tiene una oportunidad única para convertirse en líder regional, contamos con un enorme potencial en energías renovables pudiendo el país diversificar su matriz energética e ir reduciendo en orden su dependencia de los combustibles fósiles, pero para esto se requiere sentido común, sensatez y menos discusiones vacías llenas de ideología de lado y lado que poco o nada aportan.
Debemos tener claro que Colombia es un país que está en la línea de fuego climático; o nos adaptamos o vamos a sufrir las consecuencias; de hecho ya las estamos sufriendo; el cambio climático reitero no es solo un problema ambiental; es un histórico desafío económico que requiere acciones inmediatas a nivel global y nacional; para Colombia invertir en mitigación no es una opción es una obligación, una necesidad estratégica; esto no se puede lograr sino con un enfoque colaborativo y constructivo entre sector privado y público; el costo de no ponernos de acuerdo y seguir desgastándonos en discusiones vanas seguramente lo vamos a sentir con más intensidad en muy corto tiempo.
