Entre la liebre y la tortuga está su deseo: en marca personal no se trata de habilidades.

Opinión Por Marcos Velásquez FOCUS La marca personal se sostiene por su ser.  Ello implica saber qué es lo que yo le aporto al otro.  Con el objetivo de esclarecer esto, es relevante tener claridad sobre tres significantes que pueden prestarse a confusión al momento de la forja de una marca personal, a saber: habilidad, talento y deseo. Para ello, me apalancaré en la fábula de la liebre y la tortuga, con el objetivo de develar que el deseo es lo que hace que la tortuga triunfe en su empeño, más que en la meta de ganarle a la liebre
9 años atrás

marcos velasquezOpinión

Por Marcos Velásquez

FOCUS

La marca personal se sostiene por su ser.  Ello implica saber qué es lo que yo le aporto al otro.  Con el objetivo de esclarecer esto, es relevante tener claridad sobre tres significantes que pueden prestarse a confusión al momento de la forja de una marca personal, a saber: habilidad, talento y deseo.

Para ello, me apalancaré en la fábula de la liebre y la tortuga, con el objetivo de develar que el deseo es lo que hace que la tortuga triunfe en su empeño, más que en la meta de ganarle a la liebre en su carrera, dado que en marca personal no se trata de habilidades, sino del talento y su deseo.

Habilidad

La capacidad y disposición para algo es conocida como habilidad.  Se plantea que ésta puede ser innata o adquirida.  Sin embargo, se constata que ésta, la más de las veces se da, o se desarrolla, gracias a las exigencias del medio, teniendo presente que, según cada sujeto, el medio operará en determinado sujeto y no en todos, pero su contribución tocará a quien viéndose en la necesidad, la desarrolle.

Por tal razón, la habilidad se puede subrayar como un asunto subjetivo, en el que un sujeto encuentra un gusto para responder al medio.  Es decir, la habilidad está a la altura de las demandas sociales más que personales, con beneficio para el sujeto que las despliegue.

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Por ejemplo, en un grupo de ingenieros se da por entendido que todos tienen habilidades matemáticas, sin embargo, habrá uno que otro que se destacará más, quizá porque no necesita mayor esfuerzo y, al hacérsele fácil la resolución del problema, sin necesidad de explicar por qué consigue la respuesta, logra su cometido.

En otras palabras, dicho ingeniero es la liebre del grupo, en relación a la tortuga.  Por tanto, si no se ve en la necesidad de responder a su medio, o no practica sus habilidades matemáticas, puede entrar en desuso a pesar de estar dotado por la naturaleza de ellas.

Para decirlo de un modo gráfico: es normal observar cómo una liebre se engorda, y por tanto, pierde su habilidad para correr.

Talento

Al talento se le atribuye un grado de inteligencia, o un conjunto de facultades que un sujeto tiene en relación a los otros.  Pero, se ha de resaltar que, el talento, está inscrito en la intimidad del sujeto, haciendo ello que la inteligencia pase a un plano secundario.

De otro modo, el talento responde a la necesidad subjetiva y no a la social.

El talento es, hablando de modo pragmático, el mecanismo que haya el sujeto en su ser, para arreglárselas con las envestidas de lo social.

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Por tanto, el talento de la tortuga es su paso al andar.  Ella no sólo camina, sino que al hacerlo, a lo sumo, siente un placer inédito en ese acto que por sus condiciones, es un poco ajeno a su naturaleza, pero del cual puede dar cuenta.

El talento hace parte de ese placer que el sujeto encuentra, para procurarse su libertad en relación al otro.  Es decir, quien tiene talento no es mandado por nadie para que haga las cosas, él las hace por sí mismo, dado que en su obrar está el valor que él reclama.  Lo que la sociedad le demande está demás.

Lo planteo así: por su peso, la tortuga no debería andar, sin embargo, a pesar de ser “gorda”, al caminar siente placer.  Con ello, es más lo que responde a su ser, que a las exigencias del otro social.

Deseo

El deseo es el empuje hacia el encuentro con el placer.  El placer no es más que la descarga que se obtiene después de una gran tensión.

Verbigracia, cada uno sabe qué es el placer: luego de largos y extensos minutos de no poder evacuar la orina, cuando se logra, ese “¡aaaaaaaaaaaah!”, es la prueba fehaciente del placer obtenido después de esa gran tensión.

Ahora, en relación al sujeto del lenguaje, es relevante plantear que el deseo es una necesidad construida: la liebre no tiene la necesidad de caminar, ella sabe de sus habilidades para correr.  Sin embargo, la tortuga necesitó caminar para poderse mover, a pesar de su corporeidad.

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Por ende, el talento en un sujeto está atravesado por la construcción de su deseo, el cual responde más a la forma en que el sujeto le aporta al otro social, que a lo que el otro social le pide a él.

En éste orden de ideas, en la fábula de la liebre y la tortuga, se puede leer que, mientras la liebre tiene la habilidad de correr, la tortuga, de modo inédito construyó su necesidad de andar, la cual responde a un deseo íntimo en ella.

Así, la tortuga nos da a conocer que el asunto del talento está en la perseverancia de hacer existir lo que al sujeto lo libera de una gran tensión, produciéndole placer al hacerlo, sin la necesidad de que alguien le ordene que lo haga.

Moraleja: la tortuga asumió su deseo.  Con ello nos aporta que “la constancia vence lo que la dicha no alcanza”.  Lo cual nos plantea que una marca personal es, el aporte que un sujeto hace a su nicho de mercado, a partir de asumir su deseo.

marcosvelasquezoficial@gmail.com

Twitter: @MARCOS_V_M

 

 

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