El papel de la educación en los derechos de las mujeres

Por: Ana Cristina Ruiz Villalba | Instituto Tecnológico San Agustín


Desde su creación a la mujer se le atribuye un papel fundamental en la sociedad, creada con un propósito puntual que con el transcurrir de los años, la educación recibida en la familia basada culturalmente en el machismo y la supremacía del hombre frente a la mujer, vulneran sus derechos fundamentales.

Durante décadas nadie hizo nada por defenderlos; nos hicieron creer que solo podíamos ser excelentes amas de casa, esposas y madres; no me imagino la sociedad actual si no hubiesen existido mujeres valientes como Clara Campoamor, en España; Bertha Lutz, en Brasil; Elizabeth Cady Stanton y Lucretia Mott, en Estados Unidos; entre otras, guerreras que una vez tomaron la extraordinaria decisión de alzar su voz y luchar por nuestros derechos. Entre ellos la educación.

Hay que reconocer en la educación una herramienta que ha permitido que la mujer avance en la lucha por sus derechos fundamentales, de hecho fue el acceso a la educación superior un paso importante que en Colombia se logró dar hasta 1934. La Universidad Nacional fue la primera institución en admitir una mujer en sus aulas de clase, siendo Gerda Westendorp admitida en la carrera de medicina; más tarde Gabriela Peláez ingresó a estudiar derecho y se convertiría en la primera abogada colombiana.

“Desde hace 60 años hasta el momento, la matrícula universitaria femenina ha aumentado de manera gradual hasta representar hoy en día algo más del 50 por ciento” , si bien es cierto se ha ganado un poco, aún hay mucho que hacer con respecto a la reivindicación de los derechos de las mujeres en una sociedad, donde el hombre es educado con una visión machista que dificulta el camino hace igualdad de condiciones.

Es así como podemos enfatizar el importante papel que cumple la educación en los derechos de las mujeres en todos los niveles y en todas las etapas de la vida, debemos seguir educando desde el hogar, el preescolar, básica primaria, secundaria y en la educación superior en el reconocimiento de nuestros derechos, formar personas equitativas y profesionales capaces de defender y hacer valer los DERECHOS DE LAS MUJERES.

Para finalizar recordemos que no somos más por el género que nos identifica somos lo que somos por lo que valemos y por lo que hacemos. Ser MUJER es más que un género.