Educación y deporte: Dúo para el desarrollo rural

Por Carlos Ordosgoitia Sanin
2 meses atrás
COLUMNISTA: Carlos Ordosgoitia
COLUMNISTA: Carlos Ordosgoitia

El concepto de desarrollo social debe entenderse como un conjunto de acciones e iniciativas encaminadas a incentivar y promover un proceso de cambio de las sociedades locales o rurales que propicien el mejoramiento integral de la calidad de vida de la población, incluyendo actividades económicas y de desarrollo social que ensamblan otras fundamentales como la salud, y la educación y el deporte que sin lugar a dudas son factores integradores por excelencia del tejido social de las comunidades rurales fortaleciendo la sana convivencia y los valores éticos y morales.

Para ello, no solo se le debe apostar a los procesos agropecuarios, sino que se deben destinar inversiones significativas en educación y deporte, un dúo que sin duda abre el camino de las oportunidades y el desarrollo, toda vez que poseen el poder transformador para equilibrar la balanza y así dejar atrás las desigualdades que han tenido que padecer muchas generaciones campesinas.

La educación, como derecho fundamental consagrado en nuestra Constitución, es el pilar de una sociedad próspera y equitativa. Sin embargo, en las zonas rurales, la situación educativa es deficiente. A menudo nos topamos con infraestructuras carentes y escasas de docentes, puntos que se tornan en la principal limitación para las poblaciones rurales condenadas a duros ciclos de pobreza, exclusión, violencia y desplazamiento.

El reto está en que el nivel central, en conjunto con los gobiernos locales y la empresa privada, logren la destinación de recursos importantes que, además de mejorar la infraestructura, conduzcan a la implementación de acciones, proyectos y planes innovadores con metodologías relevantes y adaptadas a las necesidades de cada región, con programas de formación y apoyo para docentes rurales y el uso de tecnologías digitales para acceder a recursos educativos globales como el bilingüismo y la inclusión real y respetuosa de las comunidades étnicas con sus lenguas y culturas tradicionales.

Debemos empezar a mirar experiencias exitosas como Finlandia, país conocido como uno de los mejores sistemas educativos del mundo y el que ha demostrado que la inversión en educación y la capacitación continua de los docentes puede generar resultados extraordinarios como el de lograr que las zonas rurales finlandesas sigan el mismo modelo de calidad, con un enfoque personalizado y recursos adecuados.

Lo anterior debe estar complementado con el impulso de las prácticas deportivas como una poderosa herramienta de inclusión social y desarrollo personal.

Desafortunadamente, las instalaciones deportivas rurales son precarias o inexistentes, lo que priva a nuestros niños, niñas y jóvenes campesinos de la oportunidad de practicar alguna actividad que mejore su salud física y los aleje de los peligros de la drogadicción y la violencia.

Es vital la creación de programas deportivos sostenibles y accesibles, que indiscutiblemente se convierten en un faro de esperanza y un poderoso motor de cambio. Tal y como se hace en Brasil con el programa “Deporte para Todos”, iniciativa que ha desarrollado espacios públicos en comunidades vulnerables para proporcionar acceso gratuito a diversas actividades deportivas o en nuestro país con el “Golombiao”, estrategia que combina el fútbol y la pedagogía para promover valores y habilidades sociales entre los jóvenes, fomentando la convivencia, el respeto, la equidad y la solidaridad entre familias y comunidades.

La inversión en educación y deporte en las zonas rurales es estratégica para el mejoramiento de la calidad de vida, la disminución de la pobreza y el incremento de la cohesión social. Es el momento indicado para crear políticas públicas encaminadas a canalizar esfuerzos y recursos, públicos y privados, para alcanzar el máximo potencial de la ruralidad colombiana.