Economía monteriana y COVID-19

Por: José J. Vergara Díaz


Opinión. Antes que nada, un abrazo solidario a quienes han sufrido los fuertes embates y secuelas de COVID-19, espero su pronta mejoría y espero que puedan acceder a la mejor ayuda para lograr la máxima recuperación posible. A los familiares de los fallecidos, mi abrazo de condolencias.

Desde mi punto de vista puramente médico, considero que el impacto económico de la pandemia debería comentarse no sólo según la cantidad de empresas o negocios cerrados o en bancarrota. A veces suele olvidarse que son los seres humanos quienes ponen a funcionar las empresas y las incapacidades o pérdidas de vidas que tengamos impactarán económicamente a familias enteras al principio, y luego a las cadenas de producción sectorial y al Estado. Se estima que al igual que en otros estudios de muertes por sepsis de origen respiratorio, hasta un 17% de los sobrevivientes no volverán a todo su potencial laboral previo, por consiguiente, no obtendrán los mismos ingresos y no podrían pagar, ya sea por declaración, por descuentos o por compras, los mismos impuestos que antes.

Salvar vidas cuesta dinero y no es un costo menor, en Montería, al igual que en el mundo, la dinámica del gasto en salud (que ojalá las EPS reconozcan completo y paguen a tiempo) en las Unidades de Cuidado Intensivo, por ejemplo, ha sido de alta carga económica, el valor de atención por día de UCI fue de $2.458.848 y de $1.921.669 para cuidados intermedios, así quedó estipulado en la resolución 1068 de 2020 del Minsalud. En el pico de la pandemia llegamos a tener aproximadamente 170 pacientes COVID (sospechosos o confirmados) en UCI por día, lo cual podría corresponder a un gasto probablemente mayor a $415.000.000 diarios para ese momento, ahora pensemos en la cifra total de pacientes que han pasado por UCI, en la cifra de los sobrevivientes y los fallecidos, la cantidad de recursos gastados, que provienen de un sector abastecedor amplio, situación digna de análisis para prever el comportamiento en futuras pandemias o situaciones de gran emergencia. Este elevado consumo hospitalario, sin precedentes en la ciudad, tendrá un impacto a determinar en el futuro de la prestación de los servicios, pues estamos atenidos al cumplimiento de las EPS.

En la atención en UCI en nuestra ciudad, según lo que pude consultar con varios especialistas, la mortalidad de pacientes que pasaron por esas unidades está alrededor del 40%, es decir que se invirtió mucho dinero y esfuerzo del talento humano en salvar la vida de casi el 60% de pacientes que requirieron el servicio más especializado, sin embargo, parece ser que los que fallecieron gastaron más recursos, sobre todo si tuvieron cuadros más graves, estancias prolongadas y fueron atendidos en instituciones privadas.

Claramente los fallecidos no vuelven a la vida productiva, pero pueden surgir costos indirectos una vez fallecen, por litigios, gastos notariales, pérdida de productividad empresarial, etc. Los años de vida productiva perdidos en esta pandemia afectarán la dinámica laboral monteriana, en la que hay una deuda histórica de oportunidades para la gente más necesitada y con menos recursos, ahora con más razón luego que el DANE reportara cifras generales en las que nueve de cada diez muertes le ocurrieron a personas de los estratos 1, 2 y 3, y de estos, tres de cada cuatro eran estrato 1 y 2; para el estrato 4, uno de cada veinte; y para los estratos 5 y 6 se estima el 2% del total de fallecidos. Si bien es cierto hay más oportunidades de recibir un mejor salario en los estratos 3, 4, 5, y 6, por tener más acceso a educación superior, también es cierto que la informalidad de casi el 60% que teníamos antes de COVID-19 ha puesto el mayor número de bajas para la productividad. Uno de cada 20 fallecidos reporta educación profesional universitaria, que se supone es la fuerza laboral que mejor devenga.

Se hace evidente la necesidad tener sistemas de información propios de la ciudad y no depender de los datos incompletos, desactualizados y atrasados de los niveles administrativos superiores, para que a los equipos científicos, gerenciales y asesores de la emergencia les llegue la información real y al día y así puedan tomar las decisiones correctas, y para que, llegado el momento, el análisis retrospectivo indique si las actuaciones fueron las pertinentes. De estos estudios dependerá el futuro no sólo de salud de la población sino el económico de todo el municipio.