Ciénaga de Ayapel: el rastro del mercurio en el agua, en la sangre y la urgencia de actuar

Por: Javier De La Hoz Rivero
4 semanas atrás

@javierdelahoz20

“La minería ilegal está acabando con uno de los principales cuerpos de agua de Colombia“, advirtió el gobernador de Córdoba, Erasmo Zuleta Bechara, en septiembre de 2024  durante el foro ambiental Rumbo a la COP16 Retos ambientales y apuestas por la sostenibilidad regional” ,su mensaje fue claro: la Ciénaga de Ayapel está en crisis, el mercurio, un metal pesado altamente tóxico, ha contaminado el agua, los peces y a quienes dependen de ellos para sobrevivir.

Ahora bien podría pensarse que la tragedia causada por contaminación con mercurio se limita a cuerpos de agua y zonas azotadas por la minería ilegal; desgraciadamente no es así,  en  Galeras departamento de Sucre, una auxiliar de odontología del centro de salud del municipio  pasó años expuesta al mercurio sin medidas de seguridad, su cuerpo lo absorbió lentamente, día tras día, el daño no fue solo para ella: sus bebés nacieron con daños neurológicos irreversibles debido a la contaminación transplacentaria.

Dos escenarios distintos, un mismo problema. Un Estado ausente.

La contaminación con mercurio en Ayapel no es nueva ni desconocida, estudios científicos lo han documentado durante décadas, por ejemplo en el año 2009 un estudio adelantado por los reputados científicos Lisy Gracia; José Luis Marrugo Negrete y Erasmo Alvis encontraron que el 78% de los pescadores de Ayapel presentaban niveles de mercurio en su organismo superiores a los recomendados por la EPA, (Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos) lo que indica una exposición crónica a través del consumo de pescado contaminado, en ese mismo sentido se pueden consultar otros estudios que documentan por ejemplo síntomas neurológicos en habitantes de la zona con altos niveles de mercurio

La pregunta no es si hay mercurio en la Ciénaga de Ayapel, la pregunta es;  por qué aún no hay una respuesta contundente para detenerlo.

El caso de la auxiliar de odontología en el municipio de Galeras  deja un mensaje claro en la jurisprudencia colombiana: cuando el Estado falla en proteger a las personas por este tipo de afectaciones causadas por la bioacumulación de mercurio, el mismo estado debe responder, en este caso el  Consejo de Estado determinó que el riesgo de exposición al mercurio era previsible y evitable, él estado falló en garantizar condiciones laborales seguras, pero además que  las consecuencias de la exposición fueron irreversibles, afectando incluso a una nueva generación.

Si ya existe  una sentencia de la máxima instancia judicial en materia de responsabilidad estatal del país  que reconoce la responsabilidad  en un caso individual, ¿qué está esperando el estado para actuar en la Ciénaga de Ayapel, donde cientos de familias han sido expuestas al mercurio durante años?

El gobernador Zuleta ha sido enfático en su llamado a visibilizar la crisis de Ayapel pero la visibilización no es suficiente, se necesitan acciones concretas e inmediatas, tales como  el desarrollo de un plan urgente de descontaminación en la Ciénaga de Ayapel con medidas específicas de mitigación y restauración ecológica, monitoreo y atención prioritaria a las comunidades afectadas, implementando estrategias de salud pública para reducir la bioacumulación de mercurio, entre otras.

La crisis del mercurio en Colombia tiene dos caras: la de un ecosistema que agoniza en Ayapel y la de una trabajadora que, sin saberlo, lo manipulo todos los días en su consultorio hasta que su salud y la de sus hijos quedaron comprometidas para siempre. Ambos casos exigen una respuesta inmediata, integral y efectiva.

A más de 14.000 kilómetros de distancia, Minamata, en Japón, es el mayor recordatorio de lo que ocurre cuando la contaminación por mercurio se ignora. Durante 36 años (1932-1968), una empresa  vertió metilmercurio en la bahía de Minamata, envenenando a miles de personas a través del consumo de pescado contaminado. La tragedia dejó un legado devastador: enfermedades neurológicas severas, malformaciones congénitas y una crisis de salud pública que tardó décadas en ser reconocida, no fue hasta 2013 que el mundo tomó conciencia y adoptó el Convenio de Minamata sobre el Mercurio, sin embargo, Colombia sigue sin aprender la lección. La historia de Minamata se repite en Ayapel, con miles de personas  expuestas a niveles de mercurio alarmantes y una respuesta gubernamental tardía.

La situación en Ayapel comparte similitudes alarmantes con Minamata: contaminación persistente, miles de personas expuestas y una respuesta estatal tardía, Colombia no puede permitirse seguir ignorando este problema hasta que se convierta en una crisis irreversible.

Las pruebas están sobre la mesa, los precedentes judiciales existen y las victimas  llevan años esperando soluciones. ¿Cuánto más tardará el Estado en actuar?