El final de un año siempre invita a la reflexión, este 2024 no ha sido la excepción, fue un periodo de grandes decisiones, lecciones y retos, cierro este ciclo con la satisfacción de haber litigado casos en las altas cortes de mi país y asesorado trámites ambientales de gran envergadura y trascendencia ante autoridades en la Capital de la República; pero también ante autoridades en la costa atlántica, llanos orientales y Amazonía, incluyendo una inolvidable audiencia pública ante un muy preparado e inteligente inspector de policía en el Casanare en medio de un extenso cultivo de palma a más de 40 grados centígrados cuya acta debió ser hecha a mano en la que se definía un asunto de varios millones de dólares, esta audiencia se me notifico a las 4 PM del día anterior a la realización de la misma, solo pude dormir dos horas ese día, pero recibir los agradecimientos del cliente en su español básico y casi entendible fue lo mejor. ¡Por estas cosas amo el litigio ambiental y climático!
¡Culmina un año en el que se profundizó aún más la convicción enseñada por mi padre, abuelo y tíos de que el éxito profesional no siempre se mide en sentencias favorables o balances financieros, lástima no entenderlo antes, pero nunca es tarde para hacerlo joven colega que hoy estas por acá leyendo, créeme vale la pena!
Este año estuvo marcado por momentos de intenso trabajo y de logros significativos en el ámbito del litigio ambiental y climático, las decisiones de las altas cortes en algunos de los casos que llevé no solo significaron avances jurídicos, sino también pequeñas victorias en la protección de nuestro planeta y un grano de arena a la seguridad jurídica tan necesaria en estas latitudes para el desarrollo sostenible de la industria en distintos sectores económicos teniendo siempre como eje central la protección de los derechos humanos de las comunidades más vulnerables.
Cada sentencia favorable fue un recordatorio de que la justicia es una herramienta poderosa para el cambio social y medioambiental, representar intereses tan profundos, complejos y urgentes me ha dado un sentido de propósito que va más allá de cualquier reconocimiento individual, se trata de dejar un legado, y no hablo de lo económico, que si bien es cierto es importante, en lo personal creo no es lo determinante.
El 2024 también me obligó a mirar hacia adentro y a reevaluar prioridades después de casi 25 años de dedicación constante al litigio, decidí en agosto hacer una pausa laboral, esta decisión no surgió de la fatiga, sino de un deseo profundo de regresar a la esencia de mi vocación y de reenfocar mi práctica legal más allá del simple objetivo de generar ingresos o réditos económicos, comprendí que el éxito profesional, por valioso que sea, no debe opacar la tranquilidad personal, la familia y el bienestar integral. La vida es demasiado corta como para perder de vista lo verdaderamente esencial.
Este replanteamiento no fue una renuncia, sino una transición consciente hacia una práctica profesional más equilibrada, detenerse no es un signo de debilidad, sino un acto de valentía y sabiduría, escuchar nuestras necesidades y priorizar lo que realmente importa es una forma de respeto hacia uno mismo y hacia quienes nos rodean, con esta nueva claridad, cierro el año con un profundo sentimiento de gratitud por cada aprendizaje, desafío y logro alcanzado.
Con la mirada puesta en el 2025, me preparo para dar inicio a una iniciativa con alcance global, la oportunidad de colaborar con profesionales de diferentes países en litigios ambientales y climáticos me llena de entusiasmo, en un mundo cada vez más interconectado, los problemas que enfrentamos requieren soluciones conjuntas y colaborativas. Imagino un futuro donde abogados, activistas y expertos trabajemos unidos para proteger el planeta y garantizar los derechos fundamentales de todos, y así de esta forma promover el desarrollo sostenible, una misión que me inspira profundamente.
Este nuevo horizonte traerá desafíos, pero los retos son la esencia del crecimiento, enfrento al lado de un maravilloso equipo el 2025 con determinación, energía y el compromiso de seguir contribuyendo a un mundo más justo y habitable, la responsabilidad de proteger nuestro entorno y los derechos humanos es inmensa, pero también lo es la satisfacción de ser parte del cambio positivo.
Cerrar el 2024 no es simplemente terminar un año; es abrir las puertas a nuevas oportunidades con una visión renovada y un compromiso firme, agradezco a cada persona que ha sido parte de este viaje, a quienes me han apoyado en los litigios, en las decisiones difíciles y en los momentos de pausa y reflexión, gracias por su confianza y acompañamiento, también a aquellos que hasta el último momento de este periodo laboral trataron de generar dificultades, no los veo como contrincantes y mucho menos como enemigos, simplemente son obstáculos necesarios para el crecimiento personal y profesional, de mi parte sé que existe una regla escrita muy poderosa, “La ley de la siembra y cosecha”.
Nos vemos en 2025, con profesionalismo, gratitud y la determinación de seguir batallando por un futuro donde la justicia, el equilibrio y la humanidad prevalezcan.
¡Deseo a todos una feliz Navidad, un magnífico, sobrenatural, feliz y gozoso año nuevo!
Posdata: “El éxito no es definitivo, el fracaso no es fatal: lo que realmente cuenta es el valor para continuar”. Winston Churchill.
Por: @Javierdelahoz20