Opinión. Recientemente, el Instituto Colombiano para el Fomento de la Educación Superior Icfes, publicó los resultados de las Pruebas Saber 11 del año 2023, donde fueron evaluados 499.952 estudiantes. Resultados que continúan evidenciando el nivel educativo del país, de acuerdo con las áreas evaluadas: Lectura Crítica, Matemáticas, Ciencias Sociales, Competencias Ciudadanas, Ciencias Naturales e Inglés.
El puntaje promedio alcanzado por los estudiantes evaluados en el examen fue de 257 puntos, sobre 500; donde, más de la mitad de los estudiantes evaluados están por debajo de este puntaje promedio. Hay que destacar y reconocer el esfuerzo del trabajo académico de los estudiantes e instituciones educativas por alcanzar mejores resultados en las Pruebas Saber 11; estas pruebas evidencian la persistencia de brechas de calidad educativa entre instituciones educativas públicas y privadas, regiones del país, zonas urbanas, rurales y ruralidad dispersa.
En este sentido, es importante persistir en este análisis; con el fin de comprender la complejidad e inequidad social que representa el sistema educativo nacional. Es fundamental entender que las desigualdades educativas están presentes en los distintos ciclos de vida y niveles educativos; e incluso, está demostrado que la educación superior evidencia la acumulación de estas prevalentes asimetrías.
En el país, aún persisten limitaciones para garantizar a los niños, niñas y jóvenes, el acceso a la educación; en particular, aquellos más pobres que habitan en zonas rurales. Por consiguiente, deben superarse los obstáculos sociales y económicos para garantizar una educación básica, secundaria y media de calidad, de esa forma, lograr un verdadero desarrollo humano. De hecho, se podría decir que, gran parte de las desigualdades en la educación, se padecen, antes y después del nacimiento del infante.
El contexto socioeconómico donde nacen y se desarrollan los niños antes de entrar al sistema educativo formal, incide en las diferencias a lo largo de los ciclos educativos. Igualmente, el nivel educativo de los padres contribuye en estas asimetrías.
De acuerdo con la Comisión Economía Para América Latina y el Caribe, Cepal, muestran que, más del 90% de los hijos de padres con alto nivel educativo alcanzan también ese mismo nivel de educación, mientras que, solo el 50% de los hijos de padres con bajo nivel educativo alcanzan un alto nivel educativo; esta brecha en desarrollo humano persiste de generación en generación.
Según la encuesta de calidad de vida (ECV) en 2019, solo el 36% de los niños menores de cinco años tenían acceso a servicios de primera infancia, y, quienes carecían de acceso eran los más pobres; es decir, el 60% de las familias pobres y, el 30% eran vulnerables.
En cuanto al acceso y permanencia en la educación media, encontramos brechas de ingreso en los grupos más vulnerables de la población y aproximadamente uno de cada cinco jóvenes, el 20% entre 16 y 22 años abandonan la educación media sin completarla o sin iniciarla, situación que empeora en las zonas rurales; donde el 38% de los jóvenes abandonan el sistema educativo antes de terminar la secundaria.
Recordemos, que más de la mitad de los estudiantes que finalizaron el grado 11, no logran el tránsito a la educación superior.
En cuanto a la educación pública y privada las brechas son persistentes; graduarse en un colegio privado también determina la probabilidad de acceder a la educación superior.
Para el 2019 los estudiantes de instituciones privadas con mejores recursos económicos y resultados en Pruebas Saber 11, presentan una tasa de tránsito inmediato del 48%, mientras que, los estudiantes graduados de instituciones oficiales es de un 28%. El acceso a una buena educación permite superar la pobreza y generar movilidad social. Por ello, el verdadero nombre de la paz es la educación.