Actuar con ecuanimidad, es la tarea

Por: Marta Sáenz Correa
6 años atrás

Aprender a actuar con ecuanimidad, es la clave para lograr una vida más satisfactoria y equilibrada. La ecuanimidad implica ser equilibrado, sereno, no propenso a apasionarse o perder la tranquilidad, y ofrecer una respuesta proporcionada ante los estímulos.

Para ser ecuánimes debemos asumir lo inevitable con un ánimo sosegado aún en las circunstancias más difíciles, viviendo el presente, libres del pasado y del futuro y sin reaccionar con avidez o aversión. La ecuanimidad nace cuando uno no se aferra a lo agradable y no añade sufrimiento a lo desagradable. Desde un punto de vista científico la ecuanimidad no tiene una base evolutiva, y se considera un valor mucho más humano que animal, por lo que no es algo instintivo, sino todo lo contrario, es una cualidad meditada que hay que trabajar mediante la consciencia, la comprensión y el conocimiento de las cosas.

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Las personas que se caracterizan por su ecuanimidad, se consideran individuos estables y constantes emocionalmente, capaces de tomar decisiones correctas y asertivas, que perciben aquello que es realmente importante, sin dejarse llevar por las emociones que se encuentran alrededor. Los ecuánimes, son personas equilibradas que mantienen una postura intermedia entre dos polos, y que no entienden las diferencias como excluyentes, sino que se manejan siempre tratando de encontrar cosas positivas en ambos lados, de modo de poder formar una unión o combinación equilibrada entre ellas. El ecuánime siempre busca el equilibrio y la armonía, y encuentra un orden entre sus estados de ánimo, sin que ninguno sobrepase a los demás o se convierta en dominante.

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La persona ecuánime muestra siempre un carácter estable, es tolerante, paciente, comprensiva y justa. Por lo cual, idealmente, un jefe, un gerente, un directivo, un gobernante, un juez, un docente, deben ser personas ecuánimes, capaces de mantener la imparcialidad, objetividad, y serenidad a la hora de actuar y tomar decisiones. Además, al actuar con ecuanimidad la persona es capaz de optar siempre por la mejor solución, la más sensata y racional, y, en consecuencia, logra resolver los conflictos y sobrepasar las dificultades.

Más ecuánime, más libre. La ecuanimidad no es una anestesia emocional, sino la capacidad de ver las cosas con claridad incluso cuando nuestras emociones nos lo ponen difícil. Algunas personas confunden el estado de ecuanimidad emocional con el de indiferencia cuando, en realidad, se trata de actitudes completamente distintas. La indiferencia impide una captación clara del estímulo, ya que, al haber sido clasificado de poco importante, la atención no se enfoca sobre él. Lo indiferente no nos hace reaccionar. Por el contrario, la ecuanimidad no es ausencia de reacción. Lo que la ecuanimidad hace es impedir una reacción apresurada, automática y ciega.

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PARA DESTACAR:

“Pocas personas son capaces de expresar con ecuanimidad opiniones que difieren de los perjuicios de su entorno social. La mayoría incluso son incapaces de formarse tales opiniones”. Albert Einstein.