La comunidad de los barrios aledaños a la calle 41 están cansados de los altos niveles de ruido y la obstrucción a los senderos peatonales que causan la mayoría de los establecimientos nocturnos que allí funcionan.
En estos sectores es constante la contaminación auditiva, la invasión del espacio público y las interrupciones en el servicio de energía eléctrica, problemas causados desde hace un buen tiempo por la falta de control de la administración municipal sobre las discotecas y sitios de rumba que ocupan la zona.
En voz del personero del municipio, Alfredo Cabrales, los habitantes de los barrios Laureles, Ospina Pérez y demás sectores circunvecinos le exigen a los entes de control municipal que realicen revisiones más estrictas y constantes a los establecimientos para evitar que se sigan vulnerando los derechos de los residentes.
“No podemos permitir que se nos salga esta situación de las manos, exigimos a la administración municipal que se hagan dos y hasta tres controles mensuales, para preservar el derecho de los residentes a los senderos peatonales y al control del ruido, que la 41 no se convierta en una zona rosa sin control” enfatizó el funcionario.
Las zonas peatonales son ocupadas casi que a diario con mesas y sillas de los establecimientos nocturnos, además de motocicletas y vehículos que parquean en la vía pública.