El uso de inteligencia artificial (IA) como herramienta terapéutica presenta serios riesgos debido a su falta de empatía y comprensión emocional genuina.
Aunque la IA puede generar respuestas que aparentan ser empáticas, no tiene la capacidad de experimentar ni comprender las emociones humanas. Esta carencia es crucial, ya que la empatía real es fundamental en la terapia para establecer una conexión significativa y brindar apoyo emocional auténtico.
Sin esta empatía, las interacciones pueden carecer de la profundidad necesaria para abordar eficazmente los problemas de salud mental.