Nación. Desde una esquina del salón que sirvió como juzgado, un mensaje gritaba en letras azules a los más de 2.000 indígenas asistentes al juicio: que los que se fueron no están muertos. Que aDaniel Coicué y Manuel Tumiñá los callaron las balas pero su espíritu estará presente. “Siempre estarán en nuestros corazones por haber protegido a la comunidad y el territorio”, decía el letrero.
Debajo de la cartulina con letras dispares, siete guerrilleros agachaban la cabeza como a la espera de una redención. La poca luz filtrada por las ventanas atestadas de comuneros les iluminaba más la palidez producida por el susto a la sentencia que en minutos llegaría. —Parecen ángeles— alcanzó a decir una mujer indígena, pero recibió el repudio de la población que le recordó que esas siete personas, apenas unos días atrás, asesinaron dos integrantes de la guardia indígena por descolgar unas vallas alusivas a las Farc.
Entre los guerrilleros que esperaban la pena estaba Carlos Iván Silva Yatacué, alias “Fercho”. Cuando llegó el momento de hablar, antes de su sentencia, solo atinó a decir que él se acogía no a las normas de los indígenas, sino a la organización a la que le servía: las Farc. Los otros seis, entre ellos dos menores de 14 y 17 años de edad, se excusaron y descargaron su responsabilidad en el jefe.
la multitud indígena qué pena querían para alias “Fercho”, luego de señalarlo como el responsable de la muerte de los dos indígenas. “Cárcel”, gritó la muchedumbre. Minutos después, más de dos mil manos votaron por 60 años de cárcel para el guerrillero.
El procedimiento fue igual para los otros cuatro subversivos sindicados por la asamblea de instigar y permitir el asesinato de los nativos. Arsenio Vitonás, Robert Pequi, Emilio Ilyo yFreiman Dagua, escucharon la sentencia en silencio mientras sus familiares asistentes al juicio gritaban que no debería ser así. “Queda concertado 40 años de cárcel para estos autores por los delitos contra la guardia y porque dispararon de manera indiscriminada”.
El veredicto para los dos jóvenes subversivos fue más benévolo: 20 “fuetazos” (latigazos) y la reclusión en un centro de rehabilitación hasta que cumplan la mayoría de edad, momento en el cual se les hará una nueva asamblea para determinar la pena que se les impondrá.
“Los indígenas mayores irán a patio prestado, es decir, irán a un centro penitenciario del Estado pero serán custodiados por la guardia indígena”, precisó Rodrigo Yatacué.