El reciente cierre de pasos fronterizos en la región del Darién, anunciado por el gobierno panameño, no solo afecta a los migrantes en tránsito, sino que también está generando serias consecuencias para las comunidades locales colombianas y panameñas.
Según un informe de la Defensoría del Pueblo, la instalación de una cerca de alambre de púas en la vereda Astí ha interrumpido un paso que durante décadas ha sido vital para el intercambio comercial y cultural entre las comunidades de Astí y Capurganá en Colombia, y Puerto Obaldía en Panamá.
Esta barrera física no solo obstaculiza el tránsito de migrantes, sino que también corta de raíz las relaciones socioeconómicas establecidas históricamente entre estas poblaciones. El comercio local, las visitas familiares y otras interacciones culturales que han definido la vida en esta región fronteriza se ven ahora seriamente comprometidas.
La Defensoría del Pueblo hace un llamado a las autoridades de ambos países para que consideren el impacto de estas medidas en las comunidades locales.