La mesa de diálogos entre el Gobierno Nacional y el Ejército de Liberación Nacional (ELN) enfrenta una crisis que pone a prueba la voluntad de ambas partes para continuar las negociaciones.
La delegación gubernamental, en un pronunciamiento reciente, ha reafirmado su compromiso con el proceso, pero ha lanzado un claro desafío al grupo guerrillero para que defina su postura y el futuro de las conversaciones.
Vera Grabe, jefa negociadora del Gobierno, expresó su desconcierto ante la actitud del ELN, señalando que cada intento de avanzar en la prórroga del cese al fuego ha sido respondido con retrocesos por parte del grupo armado.
“Nosotros nunca hemos congelado nada. Quien ha congelado es el ELN”, afirmó Grabe, pidiendo que la guerrilla clarifique su posición para continuar el diálogo.
La situación actual presenta un contraste llamativo con procesos anteriores. Durante el gobierno de Iván Duque, era el ejecutivo quien frenaba los avances en las negociaciones. Ahora, paradójicamente, es el ELN quien parece obstaculizar el progreso, según la perspectiva gubernamental.
Un punto de fricción reciente ha sido la propuesta del presidente Gustavo Petro para discutir el modelo económico con diversos sectores, un aspecto contemplado en los acuerdos previos. El ELN rechazó esta iniciativa, interpretándola como un intento de negociación paralela. Sin embargo, el senador Iván Cepeda aclaró que no se trataba de una negociación “por debajo de la mesa”, sino de un esfuerzo por avanzar en los puntos acordados.
Los negociadores del Gobierno han criticado duramente el tono empleado por el ELN en sus comunicaciones recientes, acusando al grupo de incumplir las obligaciones básicas de la mesa de diálogo, entre ellas, el compromiso de no congelar las conversaciones.
En los próximos días, será crucial observar cómo responde el ELN a esta exhortación gubernamental y si ambas partes logran encontrar un terreno común para superar este impasse y retomar el rumbo de las negociaciones.