El régimen de Bashar al-Assad ha llegado a su fin tras 24 años en el poder, luego de que fuerzas insurgentes islamistas tomaran Damasco y forzaran su renuncia.
Según confirmó Moscú, Al-Assad abandonó Siria, aunque su paradero sigue siendo desconocido. Este desenlace marca el fin de una era de 53 años de dominio familiar, iniciada en 1970 por Hafez al-Assad, quien gobernó hasta su fallecimiento en el año 2000.
La ofensiva insurgente duró 12 días y culminó con la caída del régimen, que enfrentaba años de conflicto y deterioro. Las instituciones públicas, según se informó, estarán bajo la supervisión provisional del primer ministro Mohamed Ghazi al-Jalali hasta que los rebeldes asuman oficialmente el control del país. En tanto, la comunidad internacional ha instado a garantizar una transición pacífica para evitar que Siria caiga en un escenario de caos.
La noticia de la caída del régimen provocó celebraciones en Damasco, donde ciudadanos salieron a las calles en manifestaciones de júbilo, así como en diversas ciudades alrededor del mundo. Sin embargo, el futuro del país permanece incierto, en medio de preocupaciones sobre la posible intensificación de las divisiones internas y el establecimiento de un nuevo gobierno que represente a toda la población siria.
La comunidad internacional, incluidas Naciones Unidas y varias potencias, ha expresado su preocupación por las tensiones que podrían surgir tras el vacío de poder. La estabilidad regional también está bajo la lupa, con varios actores internacionales siguiendo de cerca los próximos pasos en Siria.