Caracas se ha convertido en el epicentro de una creciente crisis diplomática que involucra a Argentina, Brasil y Venezuela. Desde la noche del 6 de septiembre, la sede de la Embajada Argentina en Caracas se encuentra rodeada por fuerzas de seguridad de Maduro, en lo que se percibe como una respuesta a recientes movimientos diplomáticos en la región.
Funcionarios del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin) y de la Dirección de Acciones Estratégicas y Tácticas (DAET) mantienen una presencia intimidante alrededor del edificio diplomático. Testimonios de testigos presenciales informan sobre agentes encapuchados y armados que obstaculizan el acceso de la prensa al área, a pesar de que la vía pública no ha sido oficialmente clausurada.
La situación se complica aún más con la presencia de seis dirigentes opositores venezolanos que se encuentran asilados en la embajada desde marzo de 2024. Entre ellos se cuentan figuras prominentes como Omar González, exdiputado, y Pedro Urruchurtu, coordinador internacional del Comando Con Venezuela.
El Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil, que asumió la custodia de la sede diplomática argentina en agosto, ha declarado que continúa representando los intereses de Argentina en Venezuela. Sin embargo, fuentes sugieren que el gobierno de Nicolás Maduro podría haber revocado esta autorización, en una aparente represalia por la reciente solicitud argentina ante la Corte Penal Internacional para la detención de altos funcionarios venezolanos.