Tomado de EL PAÍS de Cali
El protagonismo colombiano volvió a tener cabida en el Giro de Italia. Durante la etapa del martes, la número 16, Rigoberto Urán y, sobre todo, Nairo Quintana se robaron el show.
El segundo en mención, Nairo, después de una cabalgata sobre su máquina, tras una lección clara de cómo se escala una montaña italiana, pasó primero por línea de meta y le sacó más de cuatro minutos (4′ 11”) a su compatriota, Rigoberto Urán, hasta hoy líder del Giro.
‘Nairoman’, del equipo Movistar, paró los cronómetros en 4 horas, 42 minutos y 35 segundos. Seis fracciones después pasó el canadiense Ryder Hesjedal. La tercera posición de etapa fue para el francés Pierre Rolland, quien pasó 1 minuto y 12 segundos después.
La clasificación general del Giro de Italia quedó estampada con el 1-2 colombiano. Vestido de rosa el nuevo líder Nairo Quintana, ahora escoltado por Rigoberto Urán, a 1:41. De película. Páginas inolvidables para el ciclismo ‘cafetero’ en las cúspides de Europa.
El trayecto partió de Ponte Di Legno y tenía como punto de meta Val Martello/Martelltal, con un total de 139 kilómetros, relieve ideal para los ‘escarabajos’, alta montaña.
Sobre el kilómetro 105, de los 139 del total de la fracción, el italiano Darío Cataldo era cabeza de carrera. Muy cerca y metiendo presión, tomaba fuerza la víspera del último ascenso un grupo de seis pedalistas encabezado por el el colombiano Nairo Quintana, quien buscaba posiciones de privilegio para lanzar su ataque en terreno alto.
Más atrás, apretando y buscando recortar distancias con el grupo de Nairo, venía el pelotón donde mantenía regularidad el líder de la competencia y portador de la camiseta rosada, el colombiano Rigoberto Urán.
A 18 kilómetros de la meta, Nairo se paró en su ‘caballito de acero’ y comenzó a imponer condiciones en el último tramo de la etapa, que ya empinaba la carretera.
Faltanto 16 kilómetros, Cataldo fue alcanzado por el grupo que empujaba Nairo Quintana, quien comenzó a hacer méritos para ganar la etapa.
A 15 kilómetros del final, los cabeza de carrera, el mano a mano, lo protagonizaba Quintana y el canadiense Ryder Hesjedal. Un poco más atrás, quedándose sin oxígeno ante el ritmo endiablado del colombiano, pedaleaban el francés Pierre Rolland y el italiano Darío Cataldo.
Restando 11 kilómetros, Nairo hacía un trabajo estratégico impecable. Era el que le ponía ritmo a la fracción y, lo mejor, le sacaba aproximadamente 1 minuto 50 segundos al líder, su compatriota Rigoberto Urán, registro que, de mantenerse, lo dejaría segundo en la clasificación general.
En los últimos 8 kilómetros el lote del líder se había rezagado ante el ritmo de Nairo, tanto que, sumando los 10 segundos de bonificación que recibiría de ganar la Etapa, le daba para desbancar del liderato a Urán y ponerse la camiseta rosada.
Quintana, identificado con el número 121, atacó con todo restando 7.5 kilómetros, se paró en los pedales y parecía estar paseando por las montañas de Italia; lo hacía ver muy fácil, mientras Hesjedal y Rolland lucían al borde del infarto. Tremendo escarabajo, como en los tiempos de ‘Lucho’ Herrera.
A 5 kilómetros de línea de meta, un nuevo envión de Nairo comenzó a marcar un territorio que es el suyo, la montaña, donde se levantó de manera cotidiana cuando siendo un niño tenía que recorrer miles de metros diarios para llegar a su escuela. Se sentía como en casa.
Sabiendo que Quintana hacía de las suyas en la cabecera de la etapa, Rigoberto Urán comenzó a generar intentos de fuga en el lote, tratando de frenar los ímpetus de su compatriota, que alargaba la distancia, le arrebataba el liderato y lo despojaba de la camiseta rosada.
Restando 2.5 kilómetros, el único que se batía y le aguantaba el ritmo a Nairo era el canadiense Ryder Hesjedal, quien parecía tener genes de ‘escarabajo’.
Cuando se marcaba el inicio del último kilómetro, Nairo se volvió a parar en su ‘caballo de acero’, hizo sinfonía pedaleando de manera perfectamente sincronizada y esta veza el canadiense agotó su tanque de oxígeno y le hizo calle de honor al colombiano.
Nairo, que cabalgaba en su bicicleta como si estuviera haciendo un entrenamiento, seguía generando emociones en propios y extraños, inspiraba la narración de los especialistas, maravillados con este pequeño súper héroe colombiano que pasó por línea de meta, solo, sin presiones. La ganó de principio a fin. Estaba tan emocionado que pasó de largo por la línea, no levantó los brazos, quizá queriendo seguir con ese pedaleo endiablado. No tiene techo ‘Nairoman’.