De manos del director nacional de la Unidad de Restitución de Tierras Ricardo Sabogal, siete familias desplazadas por el conflicto armado del municipio de Valencia, recibieron los títulos de propiedad de los predios, en equivalente restitución a los terrenos que les fueron despojados por las AUC, años atrás.
Eduardo Enrique Díaz, Nelvira Oviedo, Adalberto Quintana y cuatro campesinos más recibieron parcelas de 3.600 m2 cada una, en el terreno denominado San Tropel, ubicado en el corregimiento Los Garzones, cerca a Montería.
Según explicó el funcionario, este predio fue objeto de extinción de dominio a un sujeto que había sido testaferro de las Farc, y pasó a manos del fondo de la Unidad de Restitución de Tierras, para compensar a miembros de población victima en Córdoba. La extensión total es de 12 hectáreas.
“La Unidad hace acompañamiento a estas familias con un respaldo económico para proyectos productivos de hasta 25 millones de pesos, se les entrega una vivienda rural, a través del Banco Agrario, ay demás se les brinda seguridad en coordinación con la Policía, el Ejército para garantizar que puedan vivir tranquilamente y no volver a ser victimizados”, indicó Sabogal.
A su vez, el director seccional de la Unidad de Restitución de Tierras, Rodrigo Torres, manifestó que estos predios son dados en compensación a los terrenos originales que fueron despojados, los cuales, sufrieron afectaciones por la erosión del río Sinú, por lo cual se entregan estos de mejores características, dado que se encuentran”en una zona privilegiada, cerca a la ciudad de Montería, y los cuales están avaluados en aproximadamente 70 millones de pesos”.
Las familias hablan
Las familias, quienes recibieron los predios en restitución, fueron desplazadas de sus terrenos en zona rural de Valencia, por los hermanos Castaño, líderes de las AUC, hace más de una década, cuando el conflicto armado recrudecía.
Eduardo Enrique Díaz, uno de los beneficiarios perdió su parcela “Jaraguay” en el año 2000, “no me dejaron ni cercarla, Fidel Castaño dio la orden que teníamos que desocupar, tenía siete hectáreas, ahora recibo esta como una bencición, así se llama mi parcela ahora”.
A su vez, Nelvira Oviedo, quien afirma no querer acordarse cómo tuvo que salir de su parcela en Guazimal, acepta ilusionada lo que denominó como “un nuevo comienzo”.
Adalberto Quintana, otro de los campesinos restituidos, se siente agradecido por el nuevo predio que recibió, expresa confiado en que “esa parte de su pasado no la quiere repetir, allá se convirtió en un problema estar, al menos aquí no habrá quien nos moleste”.