En el departamento de Córdoba, debido a su topografía, vegetación y clima, existe una amplia variedad de serpientes, la mayoría inofensivas. Sin embargo, según Alberto Muñoz, director del Centro de Atención y Valoración de Fauna de la Corporación CVS, hay tres especies extendidas que son venenosas y requieren especial atención y protección.
Es importante destacar que las serpientes, incluso las venenosas, juegan un papel crucial en los ecosistemas. Son depredadores que ayudan a controlar las poblaciones de roedores y otras plagas, manteniendo el equilibrio natural.
Además, su veneno es objeto de estudio para el desarrollo de medicamentos. Por lo tanto, no se deben matar las serpientes, ya que su eliminación puede tener consecuencias negativas para el medio ambiente.
La serpiente venenosa más común en las zonas rurales y boscosas de Córdoba es la Botrox asper, conocida como Mapaná o Talla Equis. Esta especie de la familia Crotalinae habita desde zonas a nivel del mar hasta tierras altas, y se encuentra cerca de asentamientos humanos. Es una especie grande y nerviosa, responsable de la mayoría de incidentes por mordeduras en el departamento.
La Coral, de nombre científico Micrurus, es otra especie venenosa presente en Córdoba. Perteneciente a la familia Elapidae, posee un veneno bastante potente y letal, aunque no son agresivas por naturaleza. Su veneno tiene una acción neurotóxica que actúa sobre el sistema nervioso central, y el rango de acción para tratar la mordedura está entre 5 y 30 minutos después de la inoculación.
La tercera especie es la Verrugosa, conocida científicamente como Lachesis acrochorda, distribuida principalmente en la zona del Paramillo y el Alto Sinú. Esta víbora de la familia Viperidae es una de las serpientes más grandes y peligrosas de América del Sur, pudiendo alcanzar hasta 2 metros de longitud. Solo muerden si se les molesta y pueden administrar múltiples mordeduras e inyectar una gran cantidad de veneno.
Muñoz recomienda evitar la confrontación con estas serpientes en su hábitat, no molestarlas y, sobre todo, no matarlas. Si se observan cerca de viviendas, es preferible llamar a la CVS para que un profesional se haga cargo de su captura y reubicación. Colombia produce antisueros o sueros antiofídicos para tratar las mordeduras de estas especies en caso de accidentes.
Hay otra serpiente también extendida, que si bien tiene cierto grado de veneno, no se considera tan letal como las anteriores, aunque sí hay que prestarle atención. Se trata de la serpiente conocida como candelilla (Pseudoboa neuwiedii), perteneciente a la familia Colubridae y endémica de Sudamérica. Es de color rojizo-marrón, con la parte superior de la cabeza negra con tonos marrón oscuro. Puede presentar bandas amarillas o blancas.
Aunque es venenosa, la anatomía de sus dientes le dificulta inocular veneno de manera efectiva. Su veneno afecta principalmente la coagulación. Esta serpiente es un controlador natural de otras serpientes, e incluso es depredadora de las mapaná, serpientes más grandes y, en algunos casos, más venenosas que ella.