Familias artesanas en crisis económica, por sequía que afecta cultivos de Caña Flecha

       Tuchín. El fuerte verano ha marchitado la mayoría de los cultivos de caña flecha, que antes adornaban de verde los campos del corregimiento Pijiguay, perteneciente al municipio de Tuchín, al norte de Córdoba. El sol amenaza con quemar el pasto que ya se ha tornado amarillento. Perfecto Flórez, un campesino de piel morena y manos ásperas, sostiene en ellas varias hebras de caña flecha, y mientras hace una trenza, dice preocupado que los cultivos se están acabando. Antes vendían cuatro sombreros...


Tuchín. El fuerte verano ha marchitado la mayoría de los cultivos de caña flecha, que antes adornaban de verde los campos del corregimiento Pijiguay, perteneciente al municipio de Tuchín, al norte de Córdoba.

El sol amenaza con quemar el pasto que ya se ha tornado amarillento. Perfecto Flórez, un campesino de piel morena y manos ásperas, sostiene en ellas varias hebras de caña flecha, y mientras hace una trenza, dice preocupado que los cultivos se están acabando.

Antes vendían cuatro sombreros al mes; la producción ha bajado y ahora solo venden uno.
Antes vendían cuatro sombreros al mes; la producción ha bajado y ahora solo venden uno.

La falta de lluvias ha marchitado las plantaciones de la materia prima con la que centenares de familias indígenas de los resguardos de Tuchín, elaboran el sombrero fino vueltiao.

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En la casa de los Flórez, cada integrante aporta en la elaboración del sombrero, mientras el padre trenza, los hijos cuecen y tiñen la fibra, mientras que la madre sale al casco poblado a vender el sombrero.

Antes vendían un sombrero cada semana a un costo que oscilaba entre los $100 y $150 mil pesos, eso les alcanzaba para comprar y llevar a casa, varios kilos de carne, pescado y arroz.

En la Familia Flórez, todos se encargan de colaborar con el proceso de elaboración del sombrero.
En la Familia Flórez, todos se encargan de colaborar con el proceso de elaboración del sombrero.

Pero ahora la falta de agua ha ocasionado que en la actual cosecha, la fibra sea de mala calidad, ya no venden un sombrero por semana, sino uno al mes y a mitad del precio que antes, “cuando lo vendo bien vendido me dan $30 o $50 mil pesos”, agrega.

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“Con la palma es que hacemos los sombreros para comprar comida y si se nos acaba, estamos graves”, dice dejando salir un dejo de resignación.

En Pijiguay hace casi cinco meses que no llueve, se pierden mensualmente dos hectáreas de caña flecha, fibra que está escasa, afectando al mismo tiempo el desmedrado patrimonio de las familias que subsisten de la venta del sombrero vueltiao.